domingo, 31 de octubre de 2010

ORO Y PLATA. LUJO Y DISTINCIÓN EN LA ANTIGÜEDAD HISPANA

Todavía, y hasta el 30 de enero, puede visitarse esta interesante exposición de joyas antiguas procedentes del Museo Arqueológico Nacional que ya ha pasado por varias ciudades españolas. Se trata de una muestra de extraordinario valor, más que por su importancia en sí, por proponer una difusión temática de muchos de los tesoros patrimoniales que se guardan en el Museo de referencia de la arqueología hispana, pero donde no es habitual acercarse a una visión tan especializada como esta de la joyería antigua.

Es también una oportunidad de ver de cerca la réplica de alguna de las piezas que componen el tesoro tartésico del Carambolo (Sevilla) y admirar su importancia. Nos referimos al cambio de rumbo la producción de estas joyas, que significaron la introducción en la península de técnicas revolucionarias traídas del Mediterráneo Oriental, como  el repujado, el granulado o la filigrana, que poco a poco se irían imponiendo entre los orfebres locales.
Pero la muestra arranca desde tiempos prehistóricos, con la presencia de la famosa diadema de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol, cuyo original está en el Museo Arqueológico de Granada y que ha sido centro de una importante polémica sobre el conocimiento o no de la metalurgia en tiempos tan antiguos como el Neolítico.  En realidad se trata de un claro ejemplo del uso de los metales nobles en un periodo claramente pre-metalúrgico, ya que la presencia de oro nativo, sin necesidad de procesos de fusión para obtenerlo, también facilitó su uso por martilleado de pepitas áureas hasta conformar piezas metálicas como la de esta diadema de los neolíticos granadinos.
El recorrido es extenso, pero proporcionado, tanto en lo espacial como en lo cronológico, abarcando desde lo prehistórico al mundo fenicio y romano, pasando por los ambientes ibéricos y célticos. No se olvidan los guiños a los tesoros metálicos más importantes de nuestra arqueología: Villena, Aiseda, Lebrija, etc., expresando la importancia que la producción y comercio de estos objetos de lujo tuvieron desde los tiempos más remotos, ya fuesen los artículos más inaccesibles de oro como los más asequibles de plata.
La muestra se completa con profusión de paneles explicativos, que son más que suficientes para que los visitantes menos habituados a este tipo de muestras se familiaricen con la terminología, cronología y tecnología afín a este tipo de orfebrería arqueológica antigua.
Los más interesados pueden, además, completar la visita con la lectura de un pequeño catálogo, profusamente ilustrado, en el que han intervenido expertos en la materia como Alicia Rodero. Publicación que puede adquirirse en la librería del Museo al módico precio de seis euros.
No obstante, debemos indicar un pero a la publicación. Se trata de la última imagen que contiene, relativa a la idealización del ritual funerario sobre el hallazgo del supuesto enterramiento colectivo de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol. Imagen que podría extender la idea de la generalización de esas costumbres mortuorias durante el Neolítico peninsular, lo que hoy no podríamos admitir, al amparo de nuestro conocimiento de la arqueología neolítica. En realidad, lo único que podríamos asegurar con garantías es que gran parte de las cuevas neolíticas hispanas se usaron como lugar de enterramiento, pero como espacios continuados de deposiciones mortuorias, sin que ningún hallazgo haya demostrado -por el momento- que en algún caso se realizara una inhumación múltiple en una sola deposición que permitiese hablar de enterramiento colectivo.

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