domingo, 2 de diciembre de 2018

EL PATRIMONIO HISTÓRICO EN EL 25 ANIVERSARIO DE LA ESCUELA UNIVERSITARIA DE OSUNA


   Con motivo del 25 aniversario de la Escuela Universitaria de Osuna, en el conjunto de actividades culturales programadas al efecto, se planificó la Jornada Sierra Sur y su Entorno: Divulgación y Acercamiento a la Historia y la Literatura, en cuyo contenido se tuvo a bien incluir una conferencia-coloquio de la que fui responsable, bajo el título de Patrimonio Histórico y Ciencias Sociales: didáctica y socialización.





    La idea era mostrar a los estudiantes de los grados de Educación Infantil y Primaria la importancia del acercamiento patrimonial en sus respectivas enseñanzas, a fin de concienciar a las poblaciones infantiles en el amor y defensa del patrimonio histórico. En un principio, un objetivo difícilmente alcanzable, considerando los programas de estudios de aquellos ámbitos educativos, en los que no hay contenidos patrimonialistas o, en su defecto, solo miradas indirectas de muy difícil materialización para la práctica docente.
     En esas circunstancias tan poco favorables, la reunión con los asistentes tuvo que enfocarse en mostrar el desencuentro entre dos instancias contrapuestas: la conservación y los atentados patrimoniales. Único medio de contraste de una situación que solo podría desequilibrarse hacia la primera instancia, inculcando en los futuros docentes de nuestros infantes la necesidad de su intervención para la concienciación patrimonial en sus potenciales alumnos. Al mismo tiempo, aquellos de los hoy por graduar que alcancen puestos de responsabilidad en la gestión educativa del mañana, podrían disponer de una cierta información favorable para luchar por currícula de los grados de infantil y primaria en los que tenga un protagonismo suficiente el contenido patrimonial.
     Para ilustrar la situación, partimos de los propios datos que el Instituto de Patrimonio Histórico de Andalucía (IPHA) ha venido publicando en su página web, respecto de los bienes inmuebles que tiene reconocidos en todo el territorio geográfico de la Sierra Sur Sevillana, de un total de dieciocho municipios:



     El balance previo expresa la escasa determinación de las instituciones públicas para gestionar el patrimonio que gestiona, ya que la máxima protección prevista (BIC) supone un mínimo 4% frente al 96% restante.Una situación que crea un espacio real de indeterminación en esa protección, que llega a ser ocupado por el abandono, la destrucción y el gamberrismo patrimonial, que tan de moda se está poniendo en los últimos  tiempos, pero cuya gravedad ya afecta incluso a monumentos protegidos.
     Ese espacio de indeterminación (vacío) lo crea la propia administración con su desatención patrimonial administrativa, aunque cabría detallar algunas causas más profundas, que podríamos enumerar al menos en cuatro instancias:


   Respecto al desconocimiento, siempre se ha aludido a que los atentados patrimoniales eran causados por una parte de la población ignorante de aquel patrimonio, al que estaba afectando negativamente, o incluso destruyendo. Aunque en ocasiones, acciones lesivas a ese patrimonio también se producían por la ignorancia u olvido de la propia administración responsable de aquello que tendría que haber protegido. En este sentido, es innegable que podría estar fallando la misma política educativa, que se estaría mostrando totalmente ineficaz para formar a los cuadros dirigentes de la propia burocracia cultural, como al común de la población, en contacto con un patrimonio que no sabe respetar.
    Aunque no todo es merma de la educación. En muchos casos, la falta de medios para afrontar una adecuada política cultural impide atender con suficiencia las crecientes necesidades patrimoniales. Si a ello se unen, los problemas económicos generales, que -desgraciadamente- salpican de manera más contundente a la política cultural, es lógico que la insuficiencia presupuestaria coadyuve a la negativa situación patrimonial.
     Pero, en asuntos culturales, la tradición de la política activa tampoco apunta aspectos demasiado positivos. La cultura siempre ha sido la Cenicienta de la programación y de los grandes proyectos políticos. Por lo que los objetivos de la política activa, en la mayor parte de los casos, atiende a otros intereses más relevantes, que andan muy alejados de lo que convendría a la más adecuada
     Más relevante resulta la incompetencia institucional que, no pocas veces, muestra la propia administración cultural a la hora de gestionar las políticas patrimoniales. En este aspecto hay dos cuestiones donde se fundamenta gran parte de ese hándicap: en primer lugar, el habitual exceso de cargos políticos culturales, que limitan el acceso a la gestión a profesionales del ramo, con un resultado contrario para el patrimonio en muchas de las decisiones asumidas por esos puestos políticos administrativos del sector, que atienden preferentemente a las instrucciones de mandos políticos muy alejados de las preocupaciones patrimoniales. En segundo lugar, no debe olvidarse que esa incompetencia cultural deriva directamente de que esos cargos, rara vez, aúnan capacidad política y capacidad cultural respecto del patrimonio. 
     Pero tampoco puede olvidarse la rivalidad de facciones políticas que se relevan en el poder, cuya discrepancia ideológica, en más ocasiones de las debidas, se materializa en un uso partidista del patrimonio, rechazando, frenando y haciendo imposible muchas de los proyectos patrimoniales del contrario, aunque puedan suponer mejoras en la conservación del acervo común.
     Así, cobra importancia el grado en educación primaria de la Escuela Universitaria de Osuna, donde las enseñanzas curriculares, dentro de las Ciencias Sociales, debieran incluir un suficiente contenido de carga patrimonial para su trasmisión a los futuros discentes, por quienes los tengan que educar en años venideros, que no son otros en la Escuela Universitaria de Osuna, que los que cursan o cursen el grado en Educación Primaria.
     Lo que nos conduce de lleno a la didáctica. Ésta, aplicada al patrimonio, tendría que aproximarse al objetivo básico que debiera tener: concienciación patrimonial y su importancia enlas edades escolares que son competencia directa de la enseñanza primaria, cuando se hace efectiva una mejor introspección y amor al pasado, con la concreción precisa de su cuidado y conservación.


    La socialización patrimonial es el segundo y último objetivo que debe fijarse una sociedad moderna en la que la empatía por el patrimonio común nos desarraigue definitivamente del fracaso que aún hoy representan unos bienes patrimoniales que no acabamos de ser capaces de conservar  como es debido, evitando errores pertinaces.
    La educación se complementa y desarrolla con una adecuada promoción y difusión patrimonial. Pese a todo, siguen produciéndose errores, que nos llevan a aventurar la siguiente conclusión:

    1. Las sociedades avanzadas del siglo XXI siguen teniendo un reto fundamental en materia de conservación del patrimonio, al que no es ajena la comarca de la Sierra Sur sevillana, en buena medida por su gran riqueza histórico-artística y arqueológica. 2. Aunque se han dado pasos importantes en el tema de la difusión del mismo. 3. Permanece una amplia problemática que tiene mucho que ver con la falta de preparación específica de la sociedad en materia patrimonial. 4. Por lo que, siendo difícil transformar radicalmente la situación, son necesarias:
— Las políticas didácticas a largo plazo.
— Que los centros docentes de Ciencias de la Educación, como el de Osuna, se impliquen significativamente en esas políticas.
— Que se incluyan en sus currícula materias que las propicien.
— Que estas enseñanzas se apliquen generosa y urgentemente desde la educación primaria en los sistemas educativos vigentes y venideros. 


     Para finalizar, es de agradecer la oportunidad que la tribuna pública de la Escuela Universitaria de Osuna ha permitido para transmitir la preocupación real que sigue proyectando la precaria situación del patrimonio histórico local. Por ello, espero, que esta breve comunicación haya podido servir para que se haga una reflexión positiva sobre alguna de sus posibles soluciones, que pasan siempre por el empuje del sistema educativo.