sábado, 28 de septiembre de 2013

EL DEPÓSITO DE AGUAS DE SAN MARCOS DE ALCALÁ LA REAL. LECTURA HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA Y CUESTIÓN PATRIMONIAL

1. Alcalá la Real. Localización del Depósito de Aguas de San Marcos. A partir de una imagen original de Google Earth.

Desde los años ochenta del siglo pasado se viene señalando en Alcalá la Real la existencia de un monumento funerario romano, conocido bajo las denominaciones de Depósito de Aguas de San Marcos y Caseta del Nacimiento del Agua. Localizado al noreste de la población actual (imagen 1), aún conserva una imagen y perfil arquitectónico de enorme interés, que lo ha llevado a ciertas páginas web de contenido patrimonial (imagen 2). Fue dado a conocer en alguna de las guías locales (JUAN, 1984: 48-49) y estudiado más en profundidad en la segunda mitad de esa misma década (ORDIÑANA y GARCÍA, 1986).

2.  Alcalá la Real, Jaén. Vista posterior del depósito de aguas de San Marcos. Según http://romanheritage.com/en/contenido/?idsec=1819

        Pese a que ciertas dudas sobre su origen hicieran que no se recogiese en una historia general de la ciudad en los años noventa (RODRÍGUEZ, 1999), últimamente ha vuelto a revalorizarse con motivo de un estudio específico sobre necrópolis romanas andaluzas (RUIZ, 2008: 291-292). Para alcanzar una más correcta idea del monumento y no extender en demasía este post, recogemos literalmente lo que se indicaba al respecto en esta última referencia:

        «Alcalá la Real (Sosontigi)
Este monumento se conoce tradicionalmente como el “depósito de aguas de San Marcos”. Se trata de una zona destinada a almacenaje de aguas subterráneas, lo que provocó que su pavimento fuera horadado, haciendo imposible su visita en la actualidad (ORDIÑANA, GARCÍA, 1985, 749-754). Se encuentra enclavado al Noreste de la localidad, en la margen derecha de la carretera que se dirige a Córdoba, posiblemente cerca de la antigua calzada romana. Está construido en el arranque de la masa rocosa original, en la que al mismo tiempo se han distinguido una serie de bancos excavados en superficie, cuyo parecido con los busta de la Necrópolis Occidental de Carmo (BENDALA, 1976b) ha permitido plantear la existencia de un amplia área de enterramiento.
Construido en opus quadratum, con sillares de caliza local colocados a hueso, consta de dos cámaras: una primera rectangular (2,72 x 2,23 m), con un vano de acceso abierto en el SE, y otra cuadrada (2,23 x 2,23 m), identificada con la cella funeraria. Ambas se cubren con bóveda de sillería, que en el caso de la estancia cuadrangular se transforma en un remate piramidal de 8 escalones en el exterior, alcanzando una altura total de 4,01 m (fig. 157). El espacio existente entre la cubierta y el prisma que conforma el edificio se ha cubierto por medio de tres molduras, entre las cuales la última asume la función de alero. Otro rasgo singular es la presencia de dos oquedades dispuestas a unos dos metros de altura con respecto al suelo actual, que servirían de entrada de luz y ventilación. Un sistema semejante se detecta en el monumento de Vilde (Soria) (vid. supra) y en la fachada occidental de la tumba-templo de Fuentidueñas (Cáceres), donde se reconocen unas aperturas a modo de aspilleras (CANCELA, 2002, 174).
Como acabamos de comprobar la construcción carece de podio, algo que la aleja de la tipología itálico-romana, acercándola más a la arquitectura oriental (MANSUELLI, 1963), al igual que la existencia de varias cámaras accesibles desde el exterior (ABAD, BENDALA, 1985, 182). Sin bien, hemos de tener en cuenta que estructuras parecidas han sido excavadas en las necrópolis de Matarès y Puerta de Cesarea, en Tipasa (BOUCHENAKI, 1975, 171), por lo que tampoco podemos prescindir de las influencias africanas del tipo en cuestión. En cualquier caso, las características responden a las ya advertidas para los monumentos de Villajoyosa, El Daimuz y las torres de Baelo Claudia, en especial, el Hornito de Santa Catalina (vid. supra), interpretándose como una pseudo-torre o torre de un solo piso».


Mientras no dispongamos de una documentación más directa, respecto de la planimetría y los alzados del monumento, tendremos que depender de las indicaciones de esas dos últimas referencias bibliográficas, como tratamos de recoger en nuestra imagen 3, indicando las diferencias dimensionales que hoy pueden observarse en las paños murales superficiales del edificio y sobre lo que luego habremos de volver. Por lo demás, no debatiremos inicialmente sobre el origen romano del monumento, algo que ya se ha señalado suficientemente en esas publicaciones, con importantes paralelos para considerar y que pueden establecer fieles referencias hasta esos tiempos de la antigüedad.

3. Alcalá la Real. Alzados frontal y posterior del depósito (Ordiñana y García, 1985; Ruiz Osuna, 2009, fig. 157) y aspecto actual de los mismos. (© J. A. Pachón, julio de 2003).

En cambio, sí hemos de considerar algo sobre sus dimensiones. Se ha indicado que el monumento comprendería dos espacios diferenciados: cuadrado y rectangular, el primero de los cuales sería el que se dispone bajo la cubierta piramidal y el segundo, que comprendería el espacio que por oriente conecta el anterior con la conducción de agua que da nombre a la construcción. Nuestras medidas exteriores arrojan para el espacio cuadrangular una dimensión perimetral ligeramente rectangular, en torno a 4,06 × 3,97 m., por lo que la medición (2,23 × 2,23 m) de los investigadores precedentes debería corresponder con la habitación principal del interior de la construcción, dando a la misma una anchura del muro de cierre de entre 1,83 a 1,74 m. Es decir, casi dos metros de espesor, lo que supondría considerar una construcción muy sólida que explicaría la conservación de la misma hasta nuestros días. Las pequeñas diferencias observadas entre las medidas de la estructura cuadrangular del interior y la ligeramente rectangular del exterior, en el cuerpo principal del edificio, debería entenderse como las necesarias adaptaciones de un volumen que, aunque se pensara con traza regular, finalmente tuvo que adaptarse a la irregularidad que suponía su apoyo en un frente rocoso poco homogéneo por el flanco oriental. De hecho, esta última parte del edificio es la que no suele documentarse visualmente, por las dificultades añadidas que supone ese lateral poco desarrollado y sustituido en buena parte por aquel apoyo pétreo, tal como nosotros mismos hemos hecho en la composición visual de la imagen 4.

4. Alcalá la Real. Desarrollo lineal de las fachadas trasera, lateral y frontal del depósito de San Marcos. (© J. A. Pachón, julio de 2013).

Otro problema se deriva del detalle del interior de la construcción, que es muy poco conocido y prácticamente sin haber sido documentado nunca con suficiencia. En esta ocasión, por desgracia, tampoco hemos tenido tiempo para acceder al interior del edificio, por lo que la exacta estructura del mismo se nos sigue escapando, aunque solo sea parcialmente. Sí sabemos, en cambio, que no se trata de dos estancias que dispongan de una base de apoyo común respecto del nivel exterior del monumento, ya que la puerta de acceso queda ligeramente colgada en altura, si se la compara con el fondo horizontal de ese interior. Por ello, para salvar ese claro desnivel, fue necesario practicar en el lado sureste, el de la entrada y dentro de la edificación,  unos pasos de escalón que son los que permiten salvar esa diferencia de planos entre el exterior y los espacios internos. Esos escalones se separaron del resto del conjunto por una especie de antepecho, que sí puede apreciarse parcialmente en alguna de las ilustraciones que hemos podido reunir para este trabajo (imagen 6, derecha).
Pero no todo lo que sabemos representa tanto inconveniente. Así, teniendo en cuenta el aspecto exterior que hoy presenta el depósito, sí podemos debatir algo sobre el sentido final de la construcción y si, realmente, se trató de una obra que pudo hacerse completamente de una sola vez.
Partiendo de la hipótesis inicial de que el depósito supusiese la conjunción de un sector con carácter funerario y otro con utilidad hídrica, es factible plantear la cuestión fundamental de si los fines mortuorios del sitio pudieron ir asociados –al mismo tiempo– con el uso funcional del agua en un mismo recinto. Simbólicamente, los cursos de agua tienen valoración como ritos de paso, símbolos del fluir y de la generación de vida, así como tránsito de unas etapas a otras de la misma, y en ese sentido la muerte podría paralelizarse con ella (GALLEGOS, 2006). Por ello, nada excluye una relación entre tal agua y la propia muerte, que los antiguos romanos y griegos unían en el mito de Caronte y la barca (DÍEZ DE VELASCO, 1998). Pero, para poder aceptar esa mixtura en Alcalá la Real, su depósito de aguas como tumba romana tendría que haber edificado todos sus componentes en un mismo momento, o al menos en una secuencia temporal bastante reducida: es decir, prácticamente con un único esfuerzo, se edificaron la parte cuadrangular con cubierta piramidal, que es la que se ha venido considerando netamente funeraria, y el resto de la construcción para servicio hidráulico.
¿Pero, realmente, estamos ante una construcción en esencia sincrónica? La observación de las superficies externas del monumento alcalaíno podrían indicar otra cosa: es lo que se aprecia en la pared nordoriental, la opuesta a la de entrada, donde se aprecia un claro escalonamiento del lienzo murario de la estructura piramidal sobre el resto de la construcción, tal como hemos querido realzar en nuestra ilustración (imagen 5). Un hecho con el que se descartaría que esa pared se hiciera de una sola vez. En caso contrario, lo lógico hubiese exigido una pared de factura más uniforme, sin un cambio brusco en la unidad compositiva de ese paño, como estaría indicando tal escalonamiento de la sillería empleada en su erección.

5. Alcalá la Real. En rojo, escalonamiento del sector cúbico del Depósito de San Marcos sobre la parte con función hidráulica. © J.A. Pachón, julio de 2013.

La cuestión siguiente es aclarar cuál de las dos partes se hizo antes. Indudablemente, la parte cuadrangular con cubierta piramidal ofrece una particularidad que es la ausencia de cornisa en el lateral que pega a la parte más baja con uso hídrico (imagen 2), una peculiaridad que –de entrada– abogaría por una diferencia en el tratamiento de sus distintas paredes y que evidencia que nunca se pensó como volumen arquitectónico aislado. Por lo que hay indicios suficientes como para aceptar que la parte hidráulica estaba ya construida, cuando se le adosó el elemento cúbico con cubierta piramidal; por ello, tampoco fue necesario continuar la cornisa de la base de la pirámide por ese lado, ya que nunca iba a proporcionar una perspectiva visible en ese sitio. La cornisa, en el elemento rectangular del monumento, ofrece un mayor deterioro que en el resto del edificio, habiendo perdido buena parte de sus elementos angulares, que ahora ofrecen unas superficies muy redondeadas, por lo que su estado de conservación también avala un origen previo, respecto del conjunto total de la construcción.
La constatación de dos posibles fases constructivas en el depósito de Alcalá la Real plantea un problema cronológico de base: si se trata en verdad de una obra romana, pero al mismo tiempo también permite especular sobre si esa romanidad abarcaría todo su conjunto,  solo una parte o ninguna de ellas y, en este último caso, que fuese una obra más moderna. No queremos entrar con ello en los paralelos que se han invocado en las distintas publicaciones citadas, en apoyo de ese origen romano para el monumento, pues nos parece un argumentario empleado muy legítimamente y que, en gran medida, incluso podríamos suscribir, siempre que no apreciemos otros elementos de consideración, como estamos tratando de hacer aquí. En realidad, creemos que sí hay más evidencias que deben enjuiciarse.
La vista frontal del depósito dibuja una edificación en la que se aprecia una entrada con arco rebajado por el lado sureste, solución para el acceso que no tendría que desentonar en dinteles de edificios de época clásica. Pero una mirada más detenida del mismo (imagen 6, izquierda) nos lleva a concluir que, en realidad, quizás se trate mejor de un arco carpanel (SÁNCHEZ, 2011: 38 ss.), que aunque era conocido limitadamente en tiempos más antiguos, se generaliza su empleo a partir de la Edad Media, fundamentalmente en época gótica y renacentista. En la Península Ibérica en general y en Andalucía en particular, lo más corriente para las puertas conocidas en tumbas romanas son diseños con arcos mayormente de medio punto y trazados con jambas algo más estrechas que juegan con proporciones más cercanas a lo que se denomina proporción áurea o número de oro, que directamente hemos estudiado en tumbas de la necrópolis rupestre de la necrópolis romana de Osuna (PACHÓN y RUIZ, 2006: 428 ss). En todas ellas se conjuga el uso de dinteles arquitrabados o arcos de medio punto, quedando en algún caso el empleo de arcos rebajados para cubrir nichos internos donde se depositaron inhumaciones. Pero, en ningún caso se aprecia la utilización de arcos carpaneles como en este caso de Alcalá la Real.

6. Alcalá la Real, Depósito de San Marcos. Izquierda, vista general de la fachada suroriental con la entrada y su dintel con arco carpanel. Derecha, puerta interior de tránsito a la zona de canal con su arco conopial. Fotos de J.A. Pachón y gentileza de C. Calvo Aguilar.

Este tipo de arco apuntaría en la localidad giennense a un período constructivo del gótico final o de pleno renacimiento, precisamente cuando se produce en la ciudad uno de los momentos de mayor desarrollo constructivo monumental, después de la reconquista cristiana (GILA, 1991), por lo que es un arco que no resulta ajeno a otras construcciones emblemáticas de la localidad. En este sentido, podríamos traer a colación los significativos ejemplos que encontramos en el gran pórtico donde se inserta la Puerta de la Iglesia Mayor Abacial, o la portada de la Capilla del Deán, ambas en la fortaleza de La Mota y de evidente estilo plateresco; es decir, renacentistas (imagen 7). Indudablemente, en estos dos casos, salvando la distancia del carácter de una mayor monumentalidad, teniendo en cuenta su pertenencia a arquitecturas mucho más eminentes, respecto del depósito que aquí tratamos.

7. Alcalá la Real. Izquierda, portadas de la Iglesia Mayor Abacial y, derecha, de la Capilla de los Deanes. A partir de http://www.activajaen.es/export/sites/default/galerias/galeriaImagenes/activa-jaen/noticias/Iglesia_La_Mota2.jpg

En este ambiente histórico, significado por un momento de escalada edilicia en la ciudad, no debería resultarnos extraño que se hicieran obras de mejora en las infraestructuras de suministro de agua de Alcalá la Real, donde el depósito analizado quizás tendría su cabida. Incluso la puerta de acceso hasta el canal de aguas, en el interior de la construcción (imagen 6, derecha), se cubre con un dintel en el que se aprecia un arco conopial, algo irregular, pero que también aludiría a unas fechas acordes con estos mismos tiempos de los que estamos hablando. Pero, igualmente, cabría deducirse de las dos pequeñas ventanas, que aún se conservan en las paredes sureste y suroeste, por debajo de la cornisa, presentando perfiles ovalados que tampoco encajarían en los esquemas constructivos de la romanidad, sino más bien en tiempos del medievo y posteriores.
Estas últimas constataciones no supone contradicción alguna con el hecho de que el edificio se realizara en distintos momentos, como ya hemos indicado antes, así como que sufriera algunas transformaciones para adecuarlo a la funcionalidad requerida, mejorar la infraestructura existente o incluso hacer trabajos de mantenimiento en el edificio. Las transformaciones que habría sufrido el depósito pudieron haber sido varias y no solo las correspondientes a las hipotéticas fases constructivas, sino a cambios de alguno de sus paños murarios, como ha evidenciado la fachada trasera, la noroeste, en la que se aprecia la existencia de una tercera ventana, que en un determinado momento se cegó, como podemos apreciar en algunas de las fotografías disponibles y en el detalle que aportamos (imagen 8). Aunque es difícil matizar suficientemente cuándo se pudo tapiar este vano, el tipo de relleno con mortero parece evocar tiempos algo más recientes que lo que puede observarse en el resto de las fábricas del edificio. Además, resulta curioso comprobar cómo de las tres ventanas existentes solo se cerrase ésta, por lo que quizás su cambio de uso tenga que relacionarse con la última transformación conocida que parece datar del setecientos o, incluso, de época dieciochesca.
En efecto, en la pared interior del depósito se conserva una inscripción muy deteriorada que da cuenta de arreglos de mantenimiento de la construcción, llevada a cabo em tiempos de uno de los corregidores de la villa, pero que no hemos podido contrastar directamente, por lo que este detalle tendremos que retrasarlo para una futura puesta al día de esta entrada, junto a la problemática de la estructura interna del edificio.

8. Alcalá la Real. Depósito de San Marcos: detalle de la ventana tapiada en la fachada trasera del edificio. © J.A. Pachón, julio de 2013.

Para finalizar, solo nos gustaría indicar algo sobre la cuestión patrimonial que puede afectar a tan singular edificio. No somos nosotros los indicados para enmendar muchas cosas al Ayuntamiento de Alcalá la Real, caracterizado en los últimos años por una encomiable labor de gestión, conservación y restauración de su rico patrimonio. Pero el caso del Depósito de Aguas de San Marcos quizás ofrezca algunas particularidades.
Su futuro no parece correr ningún riesgo inmediato, pero la ubicación del monumento sí parece haber obligado a su integración en una de las aceras del Camino de San Marcos, lo que ha provocado su ‘hundimiento’ respecto del nivel de la acera en la que se integra. Para comprenderlo, solo bastaría con la comparación de su fachada central, tomando como referencias el dibujo y la fotografía que aparecen en la imagen 3. La diferencia entre ambas es una hilada más de sillares de piedra que encontramos en el dibujo y, sin embargo, desaparece en la fotografía, confiriendo una mayor esbeltez a la primera de las representaciones. Parecería como si el depósito hubiese perdido altura con el paso del tiempo, transcurridos los treinta años que separan las dos imágenes.
No es el caso, solo se ha producido el realzamiento artificial del pavimento que rodea al monumento, que se ha ‘comido’ esa primera base de piedra. El resultado confiere hoy al depósito un aspecto menos airoso y rompe la proporcionalidad constructiva que el edificio debió tener en su concepción original. Este desprecio por la medida del diseño, tal como se concibió en un principio, representa una falta de consideración a los autores de la construcción, pero también un ‘descuido’ imperdonable hacia el respeto que merecen los bienes inmuebles de nuestro patrimonio, que deberían conservarse en gran medida, sin menoscabo de los parámetros con los que fueron generados.
Es indudable que la solución que la corporación local de Alcalá ha materizalizado con la urbanización de infraestructuras en este entorno es más económica, pero ha sido a costa de que el depósito perdiese gran parte de su idiosincrasia, de modo que abogamos por una restitución visual de los volúmenes originales, que solo requerirían de la realización de una pequeña vaguada en la zona, que alcanzase en su zona central las cotas de la base de esa hilada pétrea que hoy permanece oculta. La situación de ese camino, haría viable la fácil salida de las aguas temporales que pudieran recogerse en esa depresión artificial, pero el monumento de San Marcos volvería  a tener la imagen que su interés patrimonial merece. Alcalá la Real y su Ayuntamiento no merecen este pequeño pecado, dentro de un programa patrimonial tan elogioso.


BIBLIOGRAFÍA
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ORDIÑANA RODRÍGUEZ, Mª V. y GARCÍA PRIETO, J. A. (1985): «Un mausoleo romano en Alcalá La Real (Jaén)», XVII Congreso Nacional de Arqueología (Logroño 1983). Zaragoza: 749-754.
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SÁNCHEZ SÁNCHEZ, N. (2011): Geometría de los arcos. Guía para la construcción y trazado de arcos. Región de Murcia. Consejería de Educación, Formación y Empleo. Murcia.


AGRADECIMIENTOS

Expresamos nuestro especial reconocimiento a D. Carlos Calvo Aguilar, arqueólogo y técnico en gestión y puesta en valor de recursos patrimoniales en el Excmo. Ayuntamiento de Alcalá la Real, por las facilidades ofrecidas para el acceso a un importante volumen documental que nos ha permitido elaborar esta entrada.