1. La Colegiata y la Universidad de Osuna, a partir de una imagen de la web de otroscaminos.es
Tanto la Universidad como la Colegiata de Osuna, son dos edificios renacentistas del siglo XVI que se levantan en una de las zonas de mayor eminencia topográfica de la villa sevillana, ocupando dos plataformas escalonadas de arenisca miocénica que dominan la práctica totalidad de la trama urbana actual. Tradicionalmente, se ha venido situando el enclave de la antigua Osuna, la romana y la prerromana, a oriente y norte de este espacio monumental; pero las últimas investigaciones están desplazando la extensión de ese reducto a zonas más meridionales y occidentales, por lo que puede decirse que los mismos sitios donde se levantan los edificios más emblemáticos del patrimonio histórico moderno osunés, al igual que sus espacios inmediatos, empiezan ya a tener una inusitada trascendencia arqueológica en la que destaca una proyección futura, que no debería olvidarse para futuras investigaciones e intervenciones urbanas que pudieran afectarle.
Desde hacía bastante tiempo, era frecuente, cada vez que se hacían explanaciones, arreglos y obras de mejora, en el espacio actualmente abierto que separa aquellos dos grandes edificios, encontrar restos antiguos que quedaban algo desdibujados por el mayor volumen de los fragmentos óseos que solían quedar expuestos en un lugar que había sido camposanto, antes de que se inaugurase el actual cementerio municipal en 1846. Eso ha limitado el conocimiento del hallazgo esporádico en ese mismo sitio de monedas romanas e hispanorromanas (Fig, 2, izquierda), incluso de cerámicas de retícula bruñida (información oral de J.I. Ruiz Cecilia) del Bronce Final (Fig. 2, derecha), cuya extensión alcanzaba incluso las inmediaciones del propio recinto universitario, donde ya dimos a conocer el hallazgo de una moneda republicana (Fig. 3), justo en el cambio de vertiente del altozano de los Paredones con el propio edificio de la Universidad (Pachón, 2010: fig. 3, abajo).
2. Moneda (semis) de Iulia Traducta (Algeciras), recuperada en las inmediaciones de la Universidad de Osuna y detalle de la decoración de retícula bruñida, como la hallada en esa misma localización.
(© J.A. Pachón)
3. As de bronce fundido. Ceca republicana romana, posterior al 211 a.C., lo más probable entre 206-195 a.C. Crawford 58/3, Sydenham 218. (© J.A. Pachón)
Los hallazgos de estos alrededores los hemos situado en la siguiente panorámica aérea (fig. 4), como trataremos de explicar seguidamente, pero donde también señalamos los espacios abiertos. susceptibles de ser investigados y que podrían arrojar datos inéditos para una mejor interpretación del pasado histórico de la villa sevillana.
4. Osuna, vista aérea de la zona de la Colegiata/Universidad, en el centro, arriba. Los números rojos indican hallazgos arqueológicos significativos. Los amarillos son espacios abiertos, susceptibles de investigación arqueológica futura.
(Imagen, © Google earth).
En esa imagen, siempre en color rojo, el nº 1 indicaría el hallazgo de la moneda anterior; el 2, la zona de recuperación –como ya dijimos– de un fragmento de retícula bruñida, así como alguna que otra moneda hispanorromana (Fig, 2); el nº 3, fue el lugar donde una excavación de urgencia puso de manifiesto un relleno con vestigios turdetanos y del Bronce Final (Ruiz Cecilia, 2005), que se pudieron asociar a otros mucho más reducidos que aparecieron en la limpieza de un rincón de la finca (nº 4) donde hoy se levanta la Hospedería de las Descalzas. El nº 5 coincide con la ubicación del muro orientalizante de la Cuesta de los Cipreses, donde tampoco faltaban restos epigonales prehistóricos, lo mismo que probablemente deberían aparecer en la finca municipal de Caldenegros (nº 6), donde ya aparecieron (Ruiz Cecilia, 2004) e impidieron la construcción de una batería de aparcamientos y donde actualmente se está excavando, por debajo de la calle Cuesta del Calvario y de los restos de la muralla renacentista y medieval.
Los otros números del mismo color, reflejan algunos de los hallazgos obtenidos en excavaciones de urgencia en lugares poco aceptados hasta ahora para la ocupación romana de Osuna: el 8, señala contenidos romanos en una localización (calle La Huerta, tras el convento de Santa Clara) posiblemente postdeposicional (Ruiz Cecilia y Fernández, 2002), pero en una zona alterada claramente por la ocupación posterior y de donde se sospecha procedería la última plancha de bronce de la ley municipal de la colonia romana (Caballos, 2006); el 9, un pavimento de cemento romano (opus signinum) localizado en la finca de la calle Asistente Arjona 6/8, que sí podría interpretarse como un vestigio habitacional (Sánchez y Salas, 2001). Faltaría el último, nº 10, que alude a otro descubrimiento de vestigios estructurales romanos, que podrían representar los restos de un muro aparentemente de defensa, que se fechó en época republicana, concretamente en la Carrera de Tetuán 30. Todo esto parece indicar que los hallazgos arqueológicos más recientes podrían estar marcando una tendencia en la que el desplazamiento de los mismos hacia occidente es evidente y cabría que sobrepasasen, aunque todavía ligeramente, los límites occidentales del BIC del yacimiento arqueológico de Osuna (Fig. 5). Suficiente incluso para hacernos corregir muchas de nuestras propias conclusiones previas (Pachón, 2009).
Algunos de esos nuevos sitios estarían comprendidos en el área del casco histórico, pero no del arqueológico. Por ello, sería necesario que se corrigiese la extensión, si no del propio BIC, sí del entorno de la zona arqueológica del mismo, para adecuar a la normativa patrimonial cualquier actuación futura que afecte a los rellenos de la zona, como suele ocurrir en la práctica totalidad de las reformas urbanas y en las nuevas construcciones de edificios. En este sentido, parece que los técnicos de Cultura que realizaron la delimitación de la zona arqueológica de Urso no quisieron contemplar los hallazgos que ya se conocían bajo Osuna y fuera de la delimitación, porque querían agilizar la tramitación del expediente de declaración, empleando la delimitación de un expediente antiguo dek que no sabemos su vigencia. Decían que, de todos, modos, la existencia del BIC del conjunto histórico, valdría igualmente para imponer cautelas arqueológicas, aunque a nosotros nos sigue generando serias dudas.
Algunos de esos nuevos sitios estarían comprendidos en el área del casco histórico, pero no del arqueológico. Por ello, sería necesario que se corrigiese la extensión, si no del propio BIC, sí del entorno de la zona arqueológica del mismo, para adecuar a la normativa patrimonial cualquier actuación futura que afecte a los rellenos de la zona, como suele ocurrir en la práctica totalidad de las reformas urbanas y en las nuevas construcciones de edificios. En este sentido, parece que los técnicos de Cultura que realizaron la delimitación de la zona arqueológica de Urso no quisieron contemplar los hallazgos que ya se conocían bajo Osuna y fuera de la delimitación, porque querían agilizar la tramitación del expediente de declaración, empleando la delimitación de un expediente antiguo dek que no sabemos su vigencia. Decían que, de todos, modos, la existencia del BIC del conjunto histórico, valdría igualmente para imponer cautelas arqueológicas, aunque a nosotros nos sigue generando serias dudas.
5. Delimitación del BIC de Osuna y de sus áreas de especial protección patrimonial, Según (http://www.juntadeandalucia.es/culturaydeporte/rutasteatro/es/01_TR_40.html)
Esa corrección a la que aludíamos sería una medida del todo necesaria en una ciudad como Osuna, donde su historia no ha sido proclive a la exhaustiva protección patrimonial, ni al más adecuado seguimiento de sus normas, especialmente en lo arqueológico. Afortunadamente, la mayor parte de lo que con urgencia necesitaría un especial cuidado y aquí traemos, que es el entorno de la zona monumental de Colegiata y Universidad, está incluido en la zona de especial protección del BIC (Ruiz Cecilia, 2008), ya sea dentro del propio entorno BIC de la Universidad, inmerso en la misma zona arqueológica. Pero siempre hay que estar alerta, porque incluso ni esas declaraciones BIC son garantía suficiente para ciertas actuaciones, cuando menos irregulares, que parecen cebarse especialmente en Osuna.
Así, puede apreciarse en nuestra figura 4, la presencia de una finca de olivar que se sitúa entre los números 7.1 y 7.3, de esa misma figura y a la derecha de ese último número, dentro de la zona arqueológica y del entorno de la Universidad en los zonas aledañas de los Paredones que aún no existía en 2004, cuatro años después de la declaración BIC (Jofre y Ruiz Cecilia, 2001). Es decir, que esa explotación agrícola pudo alterar el subsuelo, dentro de un espacio especialmente protegido, sin que tengamos noticias de que se hiciese el menor seguimiento, control y vigilancia de esas tareas tan lesivas para el patrimonio arqueológico. La figura 6 que podemos mostrar, por detrás de Los Paredones, justo en su parte oriental, muestra un suelo plantado de olivos aún jóvenes donde la imagen de ese suelo agrícola, pulverulento y blanquecino es una palpable muestra de un relleno claramente arqueológico que anuncia un contenido más que de interés, pero lo que es más importante, ilustra una alteración profunda del subsuelo que no es deseable, posible ni permitida en un espacio BIC como ese.
6. Sector oriental de los Paredones, mostrando el garrotal practicado en esta vertiente del BIC de Osuna. Imagen de http://www.castillos-de-espana.com/img-castillo-de-osuna-15450.htm
No obstante, esta actuación no ha sido la única, ya que debe destacarse la presión urbana que en los últimos tiempos también ha afectado negativamente en esta zona. Antes de aquella actuación agrícola, para el año 2003, después de la declaración B.I.C., se había planteado la construcción de una barriada social en terrenos municipales de la Farfana Alta, dentro del espacio protegido, a instancias del propio Ayuntamiento, concretamente las viviendas sociales de Nuestra Señora del Refugio (Fig. 4: a la dercha de 7.1 y Fig. 7). En este caso, sí se llevó a cabo la pertinente vigilancia arqueológica, pero que en realidad solo fue un control de la cimentación de las obras previstas (Ruiz Cecilia, Domínguez y Cervera, 2006), sin que los hallazgos representasen ningún impedimento para la construcción definitva de las viviendas. En muchas de estas ocasiones, la opinión de los técnicos al frente de las labores arqueológicas se supeditaban siempre a las decisiones políticas que se tomaban en los despachos municipales o de la propia Consejería de Cultura. En este caso de Osuna, no fue baladí el hecho de que la arqueología municipal –como en todos sitios– depende laboral y económicamente de las mismas corporaciones locales, por lo que la mayor parte de las veces el resultado de la investigación arqueológica no suele disentir del objetivo final de la actuación municipal, aunque esta no sea de índole patrimonial conservacionista. Analizando el estudio de los arqueólogos, aunque los sondeos autorizados fueron ridículos, respecto de la extensión de la parcela, hubo desmonte mecánico de parte de los rellenos y las evidencias de urbanismo medieval, incluso con la presencia de una posible calle en la UE-1008, no fueron suficientes para paralizar el proyecto. Parece innegable que la corporación de entonces, dirigida por IU, hizo prevalecer la ideología y el uso social de la promoción de viviendas, por encima del interés general que siempre representará la herencia patrimonial para el conjunto de la sociedad.
7. Vista de la Barriada de Nuestra Señora del Refugio, desde su calle María Zambrano con la afección visual respecto del resto del Castillo de los Duques de Osuna (Los Paredones), al fondo. Según Google earth.
En estas circunstancias, conocida la historia pasada, los números rotulados en amarillo de nuestra figura 4 alcanzan su verdadera trascendencia, al representar los únicos espacios aparentemente menos transformados en los últimos años, por lo que dada su situación rspecto del BIC y su localización entre zonas arqueológicamente fértiles, deben hacernos pensar que aún contienen vestigios imprescindibles para la reconstrucción de la historia pasada de Osuna. Son esas precisamente las zonas que deben convetirse en áreas de especial protección, en las que cualquier actuación que las afecte, no debe desligarse de las investigaciones arqueológicas previas que contempla la normativa patrimonial. Todas serían de indudable interés: la 7.1 contribuiría a explicar la extensión de los vestigios orientalizantes en esta parte, así como la articulación de toda esta zona con el castillo medieval de la cota superior del Cerro de Los Paredones. La 7.2 es vital para poder analizar los vestigios y la traza que tuvo el castillo de los duques, así como su herencia respecto de la tradición constructiva islámica, que sería el verdadero origen de la fortificación; pero sin olvidar que los restos anteriores existentes aclararían incógnitas como la verdadera localización del asentamiento romano, si se sobrepone a la nova urbs y si esta se apoya o amplia la vetus urbs; pero sin olvidar posibles contenidos preromanos, como ya ocurriera en la investigación de la plataforma norte de la Universidad. En esa línea, tendríamos que comprender los espacios rotulados como 7.3 (El Higueral) y 7.4 (bosquecillo sur de La Colegiata), con una posición topográfica más occidental que creemos ayudarían a explicar la ciudad medieval, con complementos informativos de las etapas anteriores. Por último, el número 7.5 ocupa la plataforma meridional de esa Colegiata, donde antes de la pavimentación de la misma eran visibles restos de alineamientos de muros de edificios arrasados que, probablemente, tengan relación con las construcciones previas anteriores a La Colegiata y de la que desgraciadamente, sabemos muy poco.
Esperemos, al menos, que estas líneas sirvan humildemente para concienciar sobre la importancia que tienen estos lugares para comprender la evolución histórica local y que la reducción de los mismos, por la presión urbana, agrícola y de la propia política municipal pueda revertirse, No solo para información de los entendidos, sino para convertir los vestigios que se evidencien en un pilar más del atractivo turístico de los destinos culturales interiores de los que Osuna forma parte y de los que se beneficiarán la mayoría.
BIBLIOGRAFÍA
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