lunes, 22 de octubre de 2012

LOS CANTERONES DE ESTEPA (SEVILLA). UN YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO QUE LA JUSTICIA NO QUIERE RECONOCER

1. Los Canterones. Vista meridional desde las afueras de Estepa. Noviembre de 2012. © Juan A. Pachón.

     El próximo quince de noviembre se cumplirá un año desde que se resolvió y conoció una más que sorprendente sentencia (http://www.poderjudicial.es/search/documento/TS/6202058/urbanismo/20111202) del Tribunal Supremo, en la que se ratificaba la retroacción administrativa de la inscripción en el Catálogo del Patrimonio Histórico de Andalucía de cuarenta y tres (43) yacimientos arqueológicos en el término municipal de Estepa, Sevilla; entre los que se encontraba el imponente sitio de Los Canterones (imagen 1), que en este caso valoramos. Un lugar que constituye no solo un yacimiento, sino al mismo tiempo un espacio geográfico de gran valor medioambiental (http://comarcadeestepa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=156:los-canterones-estepa&catid=40:estepa&Itemid=30), aún a pesar de la constante presión agrícola que sigue recibiendo (imagen 2).

2. Excelente individuo de 'chamaerops humilis' (palmito), en la vertiente oeste de Los Canterones.
© Juan A. Pachón (2012).

     Por otro lado, creemos innecesario debatir aquí las razones que motivan dicha resolución judicial, aunque solo indicaremos que se sustenta en un hecho conocido entre los habituales de los temas patrimoniales y arqueológicos, pero que caracteriza la imagen de una administración cultural andaluza que, demasiadas veces, afronta estos asuntos con excesivas minusvalías técnicas y científicas. En este sentido, nuestra posición ha sido muchas veces crítica, incluso en ámbitos de debate más profesionalizados, ante los que hemos puesto en evidencia la falta de documentación arqueológica a la hora de catalogar o publicar espacios patrimoniales; un hecho que ahora ha servido para justificar la singularidad de la aludida sentencia. No obstante, en aras de la salvaguarda del patrimonio, creemos necesario complementar documentalmente lo que sabemos de Canterones, destacando su valor arqueológico y la necesidad de volver a inscribirlo en el catálogo correspondiente, pese a los argumentos legales que ahora siguen actuando en su contra. En aras de este objetivo, sirva esta acotada aportación que aquí incorporamos al blog.

3. Cortes de antiguas extracciones de piedra en la ladera sur-occidental de Los Canterones.
© Juan A. Pachón (2012).

     Los Canterones deben su nombre a la existencia en el borde meridional y occidental del sitio, de un frente acantilado rocoso de arenisca en el que aún son visibles los recortes artificiales de antiguas extracciones pétreas (canteras) (imágenes 3 y 4). Aspectos que deberían haber sido suficientes, en sí mismos, para poder convencer a nuestros celosos tribunales de justicia para que mantuviesen este entorno paisajístico e histórico lejos del alcance de los intereses privados. Este recortado frente rocoso es fiel reflejo de las explotaciones mineras a cielo abierto que, en la antigüedad, proveían de materia prima a la mayoría de las construcciones arquitectónicas de nuestros antepasados, como aún son visibles también en los cercanos sitios de Cerro Bellido de Casariche o Las Canteras de Osuna (http://geologiadesevilla.blogspot.com.es/2012/02/las-playas-de-osuna.html), entre otros muchos lugares de Andalucía y Levante, donde últimamente se está estudiando la relación de este tipo de canteras, la extracción de su piedra y el uso que se le dio para la estatuaria ibérica (GAGNAISON et alii., 2007; ROUILLARD et alii., 2006, 2008 y 2010), gracias a un proyecto de investigación que está siendo auspiciado por la institución francesa de la madrileña Casa de Velázquez (http://www.casadevelazquez.org/recherche-scientifique/chroniques-darcheologie/news/les-carrieres-antiques-delche-alicante/), bajo la expresa dirección científica de Pierre Rouillard (http://www.casadevelazquez.org/fileadmin/fichiers/investigacion/chroniques_archeologie/Elche_2010.pdf).


4. Detalle del extremo sur de las minas a cielo abierto de Los Canterones. © Juan A. Pachón (2012).

     Pero Los Canterones también son un yacimiento arqueológico. Reconocido desde antiguo, dispone de una nutrida bibliografía que hemos intentado recoger al final del texto, junto a otras publicaciones complementarias, lo que supone un importante aparato científico, justificativo para una suficiente demostración del carácter arqueológico del lugar; aunque ello no excluya que, en posteriores intentos de patrimonializar definitivamente estos sitios, se haya vuelto a olvidar el consabido apoyo documental. Está claro que esas referencias escritas deben aportarlas quienes pretenden ampliar el catálogo de bienes arqueológicos, la administración cultural, sus agentes y colaboradores, porque los jueces no suelen disponer de tales herramientas y, en su función, han de velar prioritariamente por la adecuación de los mecanismos legales ante la salvaguarda de los derechos particulares. En este particular caso estepeño, los derechos de los propietarios de los terrenos, que habían visto cambiar su adscripción patrimonial y temían por el futuro y mejora de sus explotaciones agrícolas.

     En esa literatura encontramos referencias que ilustran hallazgos de no poca consideración. Así, en el sitio de Los Canterones está comprobado el hallazgo de un interesante relieve escultórico (imagen 5) que se conserva en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, representando una escena sacrificial y que es una excelente muestra de la escultura iberorromana, de época probablemente republicana, con paralelos directos en la propia producción relivaria coetánea procedente de Osuna. Un ejemplo de la plástica antigua que ya había sido destacado, a principios del siglo XX, por un gran hispanista francés (PARIS, 1903: 329, fig. 317), que sus artífices prepararon para espacios decorativos arquitectónicos, mediante la talla de las superficies externas de sillares constructivos, desarrollando representaciones figurativas de muy diversa temática.

5. Relieve escultórico pétreo procedente de Los Canterones. A partir de un original de Manuel Camacho Moreno.

     Otra escultura, semejante al personaje de la derecha de la figura precedente, también procedería de Los Canterones (imagen 6), tal como ya indicaron los autores del Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla (HERNÁNDEZ DÍAZ et alii., 1955: 31, fig. 38). Aunque, en este caso, se trata de una figura muy incompleta, de la que solo se conserva un torso humano, sin cabeza, al que se representa con una túnica como la del citado personaje anterior, ceñida con una especie de cinturón y la indicación figurativa a ambos lados del mismo (arriba y abajo) de los pliegues del tejido. También formó parte de un relieve, ya que la figura está tallada sobre un bloque pétreo para ser vista solo frontalmente, por lo que pudo haberse destinado a una edificación arquitectónica similar, si no fue la misma. Pero las diferencias materiales de las piedras en que se tallaron, abogarían mejor por la primera de las posibilidades. Se la ha querido interpretar como representación de un guerrero, aunque no es un dato con el que podamos estar totalmente de acuerdo.

6. Guerrero (?) aislado de Los Canterones. A partir de HERNÁNDEZ DÍAZ et alii, 1954: fig. 38.

     Más duda ofrece, respecto de su localización, el relieve de dos más claros guerreros, ya que no todos los autores que se han acercado al mismo lo señalan como inequívocamente procedente de Los Canterones. Aunque eso es lo que indicaron los autores del Catálogo (p. 39), para esta pieza más compleja y de muy significativa representación militar (imagen 7), que también debe asociarse a la producción y cronología conocida en algunos otros casos del mismo tema, procedentes de la vecina Osuna. Esta representación estepeña plantea un segundo interés, ya que del análisis de su implementa militar se han extraído importantes detalles sobre las armas habituales de los ejércitos de aquellos momentos (QUESADA SANZ, 2008: fig. 15 ; LÓPEZ GARCÍA, 2009). No quedaría totalmente aclarada la función de estos elementos plásticos, aunque sí se ha querido ver en algunos casos una cierta relación funeraria (RUIZ OSUNA, 2009: 333-334, fig. 180); pero, mientras no dispongamos de más datos, la explicación resulta aún un tanto problemática.

7. Relieve e los guerreros de Estepa. A partir de un original de Manuel Camacho Moreno.

       No obstante, sí parecería aceptable asumir, con la evidencia sobre el origen de esta relivaria  procedente de Canterones, la existencia en el lugar de algunas construcciones de cierta relevancia, en las que se hubieron de disponer estos relieves. Hasta el punto de poder augurar la pervivencia en el yacimiento de estructuras arquitectónicas de un cierto nivel, que justificarían la vuelta a la protección del sitio con alguna de las figuras preventivas que contempla nuestra legislación en materia patrimonial. Las labores agrícolas de los últimos años han debido desdibujar esos restos constructivos, así como soterrar gran parte de lo que pudiera quedar de los mismos, pero los relieves escultóricos conocidos pueden considerarse una suficiente evidencia de esas construcciones.

    Tan llamativa referencia de hallazgos tampoco debe responder al común de cualquier yacimiento arqueológico, sino a un ámbito patrimonial de enorme trascendencia, pese a lo que sigue siendo bastante desconocido en lo que respecta a su verdadero carácter cultural y cronológico, así como a sus auténticas posibilidades patrimoniales. La verdad es que Los Canterones ha sido un lugar tradicionalmente abandonado a su suerte, en el que poco o nada se ha hecho en los últimos sesenta años en función de su más adecuada conservación, sino más bien todo lo contrario. En este sentido, las nuevas tecnologías y las posibilidades de visualización del lugar ofrecen condiciones de análisis envidiables. Así, es interesante observar la imagen aérea que se tenía del sitio a principios de la segunda mitad de la década de los cincuenta del siglo pasado (imagen 8), como referencia comparativa para comprobar su evolución, desde parámetros meramente visuales y superficiales.

8. Vista aérea de Los Canterones, según el 'Vuelo americano de 1956'. A partir de un original de la Junta de Andalucía. Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (arriba) y su ampliación (abajo).

     En las fechas de esta primera imagen, la meseta que corona Los Canterones se mostraba prácticamente intacta, con una incidencia de las labores agrícolas muy reducida, salvo en torno al perímetro externo de la base de la elevación. Mientras que la cima dejaba ver, a lo sumo, una extensión de cierta importancia dedicada a actividades agrarias propias de secano, si no se trataba de tradicionales formaciones de cultivo abandonadas desde bastante tiempo atrás. Su escasa agresividad mantenía importantes irregularidades sobre el terreno, sin alterar las posibles infraestructuras patrimoniales existentes en el subsuelo, que de existir se habrían conservado hasta entonces, aunque es un dato que parece no acertaron a ver adecuadamente los autores del Catálogo Arqueológico (HERNÁNDEZ DÍAZ et alii., 1955: 38-39). Por su parte, una banda poco homogénea más oscura, intermitente en la periferia de la elevación, pero muy visible en la parte inferior y a la izquierda de la imagen, señalaría el área de monte bajo que todavía hoy rodea al sector más rocoso de la elevación. Aquí es donde se concentran las antiguas áreas extractivas de piedra, particularmente al sur del conjunto (parte inferior de la imagen).


9. Los Canterones con el aspecto que ofrecía a principios del siglo actual. A partir de Google Earth.

     La siguiente fotografía aérea, obtenida cincuenta años después (imagen 9), ofrece una profunda transformación de esa meseta superior, donde es evidente que se ha empleado maquinaria pesada, o arados mecánicos muy profundos, para regularizar su superficie, uniformizando el terreno, pero provocando la desaparición de la mayor parte de las ondulaciones que existían en todo ese espacio medio siglo antes. Una muy profunda transformación paisajística que no es exclusiva de este sitio, pero que -curiosamente- en una época tan garantista como la actual y que presume de grandes políticas preventivas, sin embargo ve crecer las extensiones agrícolas a costa del medio natural y de los espacios históricos con valor patrimonial. Esa reconversión agrícola de Los Canterones, en función de un monocultivo de olivar, asociado a especializados laboreos con uso intensivo de herbicidas, ha provocado la desaparición de la mayor parte de la vegetación base del terreno, facilitando el consiguiente aumento de los procesos erosivos, junto con una merma sustancial de los rellenos artificiales del sitio y la pérdida de un importante volumen de vestigios arqueológicos más relevante. Quizás por ello, también haya cambiado el conocimiento científico que hoy tenemos del lugar, respecto de las referencias tradicionales, al permitir observar evidencias materiales que hasta ahora habían permanecido ocultas por los depósitos estratigráficos más modernos.

     A partir de los años cincuenta del siglo pasado, Los Canterones fueron caracterizados como un hábitat que parecía haber sido ocupado desde tiempos ibero-turdetanos, de una manera continuada hasta momentos romanos, al menos. Por aquel entonces no era demasiado lo que se conocía del cercano Cerro de San Cristóbal, aunque los autores del Catálogo señalaron hallazgos de cerámicas pintadas, como en el primero, cosa que confirmarían las investigaciones posteriores (JUÁREZ MARTÍN, 1995, 1996, 1997 y 2001; JUÁREZ MARTÍN et alii., 1998 y 2005); aunque significando un importante periodo tartésico. En esa situación fue fácil dar a Canterones un importante protagonismo, como uno de los lugares de asiento de la antigua Estepa. En cambio, sí se sabía algo más de Tajo Montero, de donde procedían importantes vestigios de época romana, que también permitieron argumentar sobre la importancia y el origen de la Astapa de las fuentes clásicas. Pero siempre quedó la duda de su verdadera situación en competencia con variadas localizaciones en las campiñas sevillanas y cordobesas. Aunque hoy, probablemente y gracias a los recientes hallazgos, el dilema quizás debiera resolverse exclusivamente entre las localizaciones de Canterones y San Cristóbal, pese a que tampoco tendríamos que dejar en el olvido otros diferentes planteamientos (http://lopezpalomo.blogspot.com.es/2011/06/reflexiones-sobre-astapa-ii-jornadas.html), como los que han sido expuestos en otros sitios (LÓPEZ PALOMO, 1996; BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, 2002).

     Todavía en la frustra catalogación de Los Canterones, que aún puede consultarse en la página web del Instituto de Patrimonio Histórico de Andalucía (http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen.do?id=i4415), se indica que se trató de un poblado turdetano y campamento [sic] romano, aunque con un origen probablemente anterior. Con ello se salva la posible adjudicación al Cerro de San Cristóbal de la pretérita Astapa, de la que ya se conoce un origen claro en el Bronce Final y en la época tartésica. Por su parte, la única prospección arqueológica reconocida en el yacimiento de Canterones, después de la exploración de los años cuarenta para el Catálogo Arqueológico y Artístico, tampoco aportó demasiado, aunque ya insinuaba un posible origen prehistórico:

     «Aunque la bibliografía habla de algunas estructuras, es poco lo que aparece hoy en superficie, apenas algunos sillares alineados y rellenos evidentemente artificiales. Desde antiguo ha sido un yacimiento fructífero en materiales, incluyendo los dos relieves que hoy se hallan en el Museo Arqueológico de Sevilla. En nuestra prospección hemos hallado fragmentos de láminas de sílex, cerámicas de bandas, cerámica a mano, de barniz negro, paredes finas, cerámica común y sigillata»  (JUÁREZ MARTÍN, 1991:  343).

     Afirmación que suponía una clara referencia al valor arqueológico del sitio, pero en la que no se aportaba documentación material arqueológica alguna, por lo que esa tipificación patrimonial solo quedaba sujeta al grado de seguridad que pudiera concedérsele al informante en cuestión. Esta práctica basada en la confianza, sin recogida de material arqueológico justificativo, ha venido siendo habitual en infinidad de prospecciones arqueológicas andaluzas, fundamentadas por un prurito patrimonialista tan proteccionista que no permitía alterar lo más mínimo el bien cultural estudiado, ni siquiera superficialmente y, ni tan siquiera, en casos donde la alteración agrícola de las primeras capas del terreno fuese evidente. Pero que en este caso, además, como en los otros cuarenta y dos yacimientos arqueológicos de Estepa, también ha servido para armar de argumentación jurídica la sentencia contra la Consejería de Cultura y sus catalogaciones patrimoniales.

     Los vestigios arqueológicos de Los Canterones son más que evidentes, como se aprecia en los diversos materiales superficiales que pueden observarse, sin demasiadas indagaciones, con una simple visita por sus alrededores (imagen 10). Los que aquí mostramos pudieron fotografiarse en un paseo que dimos por el yacimiento durante un rato en una mañana, y solo en el extremo centro-oeste del yacimiento. Con estos mínimos datos puede afirmarse que debió existir presencia humana desde tiempos prehistóricos (piedra pulimentada), una ocupación más abundante en tiempos ibero-turdetanos, pero con un origen anterior por el tipo de cerámicas presentes, entre las que abundan las producciones arcaizantes de pastas con inclusiones muy groseras, engobadas y asociables a momentos tartésicos orientalizantes. El sitio debió seguir frecuentándose en tiempos romanos, porque existen restos abundantes de sigillatas, así como de tegulae, aunque estas parecen concentrarse en el borde inferior de la elevación.

10. Los Canterones: vestigios arqueológicos superficiales 'in situ'. Arriba: izquierda, talón de un hacha de piedra pulimentada; derecha, fragmento cerámico turdetano pintado. Centro: borde de ánfora turdetana. Abajo: izquierda, fragmento de sigillata aretina (TSA); derecha, trozo de tégula.
© Juan A. Pachón (2012).

     En el camino por ampliar el conocimiento de Los Canterones, debemos citar una referencia de gran importancia, porque podría justificar también su frecuentación en tiempos tartésicos. Por desgracia, en este caso volvemos a no contar con ningún apoyo gráfico documental. Nos referimos a la indicación de que de él procede un broche de cinturón tartésico, conservado en la denominada 'Colección Alhonoz`, cuyo receptor cedió al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, pero que permanece custodiado por la Junta de Andalucía, sin posibilidad de acceso directo para su contrastación científica. Las primeras noticias del hallazgo fueron recogidas a principios de los años noventa (CHAVES y DE LA BANDERA, 1993: nº 14 del catálogo), para ser referenciado posteriormente en los estudios globales de la civilización tartésica (TORRES ORTIZ, 2002: 210, fig. III.35: 11); pero cuya referencia gráfica sigue ausente, sin que sepamos por tanto si se trata de una simple comunicación oral o un hallazgo conocido, pero del que no ha podido disponerse de una adecuada visualización. Chaves y De la Bandera pudieron analizarla directamente, por lo que consiguieron catalogarla como del tipo 4a, dentro de la clasificación de broches tartésicos que hiciera Cerdeño hace treinta años (CERDEÑO SERRANO, 1983: 50). De los broches que en este estudio se analizaron, los paralelos respecto del caso de Canterones se recogen en la imagen 11, aunque por las explícitas descripciones que publicaron Chaves/Bandera quizás correspondería más concretamente con el ejemplo nº 1 de esa figura.

11. Broches de cinturón tartésicos del tipo 4a, procedentes de El Acebuchal (1-2) y Cástulo (3). A partir de CERDEÑO SERRANO (1983: Figs. 3.5; 4.7 y 5.2, respectivamente). 

     Resulta esclarecedor este hallazgo broncíneo, porque aseguraría la importancia de todo el territorio estepeño y de sus aledaños en época tartésica, relacionando Canterones con San Cristóbal y otros sitios cercanos como Granados (Gilena), o la misma Osuna. Las recuperaciones de cerámicas pintadas con decoración figurativa orientalizante en muchos de esos sitios sería muy ilustrativa de lo que decimos, así como la constatación de otros broches metálicos semejantes al citado, aunque de otro tipo (4c) más llamativo (imagen 12) y que publicamos no hace mucho tiempo en otro sitio (PACHÓN ROMERO, 2010: Fig. 6, abajo).

12. Broche de cinturón tartésico de la comarca de Estepa. A partir de una fotografía original de C. Aníbal.

     Para concluir, todo el cúmulo de referencias bibliográficas señaladas, junto con la constatación de importantes hallazgos arqueológicos en el sitio de Los Canterones, representan una base documental más que suficiente para concederle al lugar la categoría de yacimiento arqueológico inscribible en el Catálogo del Patrimonio Histórico de Andalucía. Por desgracia, la sentencia que aquí nos concita se basó en el escaso apoyo documental que la Junta de Andalucía presentó para adscribir el sitio en ese catálogo. No obstante, los datos están ahí para revocar lo que, de hecho, es un procedimiento jurídico que ha argumentado su resolución, no en la falacia de la catalogación, sino en los defectos de su justificación. Detrás de la sentencia, en las razones que movieron a los propietarios de los terrenos afectados, concretamente de Canterones, está la expansión de unos sistemas de explotación agrícola intensivos, con la ampliación de unas infraestructuras de regadío que están afectando a los rellenos arqueológicos de una manera demasiado agresiva y que debieran detenerse de inmediato. Es más, tampoco sería descabellado pensar que el pleitear, contra la catalogación de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, se hubiese disparado para ocultar transformaciones en el yacimiento, que habrían coincidido con su cambio de tipificación patrimonial. Algo que hubiese colocado en una situación muy  embarazosa a los responsables de aquellos trabajos agrícolas.
     Fuera de estas últimas consideraciones, lo que debe movernos, desde la posición de una defensa adecuada de los bienes culturales, es conseguir que Canterones sea devuelto a la posición patrimonial de la que ha sido despojado. De este modo, esperemos que las líneas que anteceden sirvan para concienciar a las instituciones competentes y para conseguir su obligada reposición. El patrimonio arqueológico está ya tan deteriorado, que lo menos conveniente es que contribuyamos desde los propios entes competentes a minusvalorar los yacimientos conocidos y propiciar, con ello, la defensa interesada de los enemigos, ya sean permanentes u ocasionales, de la herencia de nuestros antepasados.

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 TRILLMICH, Walter et alii., Hispania Antiqua. Denkmäler der Römerzeit. 1993. pp. 268-269, lám. 31; Mainz, Philipp von Zabern.

04 de noviembre de 2012
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6 comentarios:

  1. Buenas soy Antonio Caballero: con los datos que usted tiene se podría apelar porque tiene pruebas evidentes del pasado de los canterones. Además el terreno está protegido por el Plan Especial de Protección del Medio Físico y Catálogo de la Provincia de Sevilla (Orden 7/7/86 del Consejero de Obras Públicas y Transportes, como Complejo Serrano de Interés Ambiental según he visto por ahí.
    Un saludo

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    1. Espero que la Junta de Andalucía tenga la voluntad necesaria para hacer esa apelación, porque como institución no le afectarán las tasas establecidas por el Ministro de Justicia, que a los particulares sí nos costaría de nuestro propio bolsillo. De cualquier modo, la Consejería de Cultura debía conocer perfectamente todos esos datos relativos a Los Canterones, la cuestión es que -demasiadas veces- las actuaciones 'de oficio' que vienen realizando los 'técnicos' de su administración se quedan en meros apuntes superficiales, sin demasiado poder probatorio ante los tribunales, o ante un abogado bien avezado en este tipo de pleitos. Ojalá pueda enmendarse el equívoco, se conserve ese patrimonio arqueológico y que el caso sirva de escarmiento a los burócratas de la Consejería.

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  2. Como parte de los propietarios de la zona afectada por "Los Canterones" solo puedo decir que ya se no esta "castigando" y/o "limitando" una zona de cultivo tradicional. Decirte que soy partidario de un acuerdo de explotación limitada y de protección de esta zona, pero eso sí un acuerdo, no un atentado contra la propiedad privada.

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  3. Me parece razonable su posición, dentro de lo que exigiría una adecuada concienciación patrimonial y evitando abusos por parte de las instituciones culturales.

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  4. 7. Relieve de los guerreros de Estepa. A partir de un original de Manuel Camacho Moreno.

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