Desde los primeros días de julio está publicada en la web del Centro de Estudios de Arqueología Bastetana (http://www.ceab.es/), en la sección foto del mes, el siguiente artículo, que transcribimos por su interés para la arqueología granadina.
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Inscripción Fenicia sobre Fuente Cerámica Gris del Cerro de los Infantes (Pinos-Puente, Granada)
A finales de los años setenta del pasado siglo, la apertura de una cantera en la ladera suroccidental del Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Granada) permitió el hallazgo de una serie de elementos cerámicos, a raíz del cual se detuvo parcialmente la actividad extractiva y se realizó una campaña de excavación arqueológica en los alrededores del sitio, en el verano de 1980. Los miembros del equipo de investigación del Museo Arqueológico Provincial y del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada sacaron a la luz un horno alfarero que había estado en activo durante los siglos VII-VI a. C., aunque quizás con una mayor incidencia durante la séptima centuria.
Entre los productos que allí se generaron, las cerámicas grises a torno orientalizantes fueron de las más significativas. En este sentido, la fuente gris de la imagen, recogida de las escombreras de aquella cantera hace ya más de treinta años, debió corresponder con alguna de las producciones que aquel centro alfarero fabricó para el mercado local, aunque no pueda descartarse su más inmediata procedencia de una necrópolis situada en las cotas más altas de aquella ladera, o incluso su generación en centros productores cercanos, como los malagueños.
La fotografía recoge tres perspectivas diferentes de esa fuente: arriba, a la izquierda, una vista superior, mostrando los cuatro fragmentos concertados de la vasija; arriba, a la derecha, el perfil del vaso ilustrando las irregularidades del diseño; abajo, a la izquierda, una vista inferior en la que se aprecia el fondo de asiento con una patente marca inscrita; por último, abajo, a la derecha, un detalle de la misma aumentada tres veces.
Estas cerámicas, formalmente, son un reflejo tardío de las vajillas a mano, habituales en los repertorios domésticos de las comunidades indígenas coetáneas con la colonización fenicia, por lo que debieron servir de modelo en los primeros prototipos torneados semitas para el mercado local, hasta su aceptación por el mundo autóctono. En un determinado momento de ese proceso, se haría factible para esos grupos locales empezar a fabricar productos en consonancia con los tradicionales recipientes indígenas; pero en los que, además, habían sido habituales las coloraciones oscuras, propias de ambientes de cocción faltos de la oxidación de las cerámicas fenicias y frente a las que las vajillas reductoras grises eran una opción sustitutiva muy convincente, aunque realizadas ya con la nueva técnica importada del torno.
Sin embargo, lo más importante de la fuente cerámica de Los Infantes es que presenta exteriormente, sobre el fondo de asiento, un signo hundido en la superficie que se grabó antes de que su artífice la iintrodujera en el horno (graffiti ante coctionen), cuando la arcilla estaba todavía suficientemente blanda para poder trabajarla. El signo en cuestión representa fielmente la letra (shim), perteneciente al alfabeto fenicio clásico y que se corresponde con una grafía () de conocida transcripción (š), por lo que las concomitancias culturales del recipiente son del todo claras, aunque se diese el supuesto de que no entendiésemos absolutamente nada de la tipología cerámica, ni tampoco de su cronología.
Estas escrituras fenicias son hoy de gran interés y han sido incorporadas en algunas conocidas webs (http://lila.sns.it/mnamon/index.php?page=Risorse&id=23) y como afortunadamente empiezan ya a recogerse entre los objetivos de ciertos proyectos de investigación desarrollados por universidades españolas (http://cefyp.blogspot.com.es/2012/03/periferia-y-centro-la-implantacion_18.html). Pero todavía siguen siendo muchas las dificultades interpretativas que lastran el conocimiento de estas antiguas escrituras, al no permitir demasiadas consideraciones respecto del verdadero sentido de este tipo de marcas sobre cerámica; aunque lo que parece más evidente es que pudieron corresponderse con signos y significados de origen, pertenencia, contenido o metrología (pesos y medidas).
En el caso de los signos de origen o pertenencia, cabría dos posibilidades. La primera, si la letra se hizo antes de la cocción (graffiti ante coctionem), cuando lo más probable es que el signo fuese una abreviatura relativa a un patronímico [nombres propios o de personas (NNPP)], correspondientes –por lo general– al alfarero que realizó la vasija; explicando así la procedencia del taller donde se elaboró el artículo. La segunda, si la marca se realizó después de su fabricación (graffiti post coctionem), lo más probable es que también se tratara de una marca de propiedad (NNPP); aunque en este caso no sería del fabricante, sino del dueño del producto.
Ahora bien, no todo el signario utilizado tendría que corresponderse con NNPP, independientemente de que se hubieran realizado antes o después de la cocción. En realidad, entre los signos grabados en la superficie de los vasos cerámicos también pudo ser habitual que se empleasen símbolos epigráficos, pero con una directa indicación acerca del contenido o del uso que iba a dársele al recipiente.
Si atendemos a algunas inscripciones en vasos de alabastro, secuencias más largas de inscripción podrían hacer alusión a esos contenidos. En cambio, sí sabemos que en otros muchos casos, como en la fuente de Infantes, se emplearon símbolos monográficos con la enorme dificultad que les atañe, debido a lo complejo que resulta despejar las dudas respecto de su significado, no solo por el hecho de que se trate evidentemente de fórmulas abreviadas, sino tan reducidas que resulta arduo alcanzar una lectura precisa de las mismas. Sin olvidar tampoco que la grafía fenicia desarrolló un sistema de escritura sin indicación gráfica de las vocales, particularidad por la que los textos fragmentarios que nos han llegado facilitan aún menos un análisis mínimamente adecuado.
Así, solo cabe proponer hipótesis interpretativas de mayor o menor verosimilitud, pues aunque no estén faltas de cierta lógica, son proclives a inducir conclusiones y elucubraciones, total o parcialmente, erróneas. En este sentido, en otras escrituras del Mediterráneo oriental, como la jeroglífica egipcia, se sabe cómo el signo consonántico shim (š) se representaba con un ideograma rectangular.
Pero, en este sistema cada signo tenía un significado concreto, que en nuestro caso fue estanque, agua estancada o porción de agua. Si en el mundo fenicio la letra pudo formar parte de palabras más complejas, pero con un significado equivalente, relativo al agua, nada impide proyectar esa equivalencia y deducir que los vasos que portaban ese signo pudieron ser contenedores de agua o recipientes para beberla, destinados a algún tipo de bebida. Pese a ello, somos conscientes de que no sería más que una hipótesis en cierta medida arriesgada.
Otra cuestión es el tema relativo a los pesos y medidas, en los que el signo que vemos en la fuente de Pinos, también lo encontramos solo con su inicial sobre algunos pesos metálicos, indicando la unidad metrológica šql (): el siclo, que equivalía aproximadamente a un peso de entre 11 a 14 gramos, dependiendo de la región mediterránea donde se aplicase, o incluso si se trataba de pesos en general o de pesos en plata, adecuado en tal caso a la moneda. No obstante, lo habitual en el tipo de inscripciones que nos atañe, es que la letra shim se acompañara de algún signo numeral, cosa que no ha podido detectarse en este vaso cerámico.
Por lo demás, en la zona occidental de la provincia de Granada, cada vez conocemos más documentos epigráficos de esta especie, por lo que el corpus disponible permitirá en un futuro no muy lejano ahondar en las incógnitas que todavía trasluce esta antigua escritura de la civilización fenicia. Estaríamos, pues, ante un vestigio patrimonial relativamente frecuente entre los vestigios arqueológicos de estos territorios en época orientalizante, aunque de un valor interpretativo extraordinario.
Texto: Juan Antonio Pachón Romero
BIBLIOGRAFÍA
- CONTRERAS, F., CARRIÓN, F. y JABALOY, Mª E. (1983): “Un horno de alfarero protohistórico en el Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Granada)”, XVI Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1983, pp. 533-539.
- MARTÍN, E., RAMÍREZ, J. D. y RECIO, Á. (2006): “Producción alfarera fenicio- púnica en la costa de Vélez-Málaga (siglos VIII-V a. C.”, Tiempos de púrpura. Málaga antigua y antigüedades hispanas
(I). Mainake, XXVIII, pp. 257-287. - MENDOZA, Á., MOLINA, F., ARTEAGA, O. y AGUAYO, P.(1981): «Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Provinz Granada). Ein Beitrag zur Bronze und Eisenzeit in Oberandalusien», Madrider Mitteilungen, 22, pp. 171-210.
- PACHÓN, J. A. y CARRASCO, J. (2009): “La Mesa de Fornes (Granada) y la semitización en la Vega de Granada: la trascendencia de la Puerta Sur-Suroeste”, Mainake, XXXI, pp. 353-376.
- PACHÓN, J. A. y CARRASCO, J. (2011): “Acerca de la facies fenicia en el territorio occidental granadino. Una mirada desde el interior”, Antiquitas, 23, pp. 87-118..
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