1. Primera página del artículo de A. Fajardo (2016).
La reciente publicación del último número de Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna (nº 18, diciembre de 2016) ha sacado a la luz un viejo plano de la ciudad de Osuna (fig. 2), gracias al trabajo de Antonio Fajardo de la Fuente (FAJARDO, 2016: fig. 4), que se conserva en la Real Academia de la Historia y que completa el conocimiento del callejero histórico de la villa sevillana. Un callejero del que ya había dado cuenta nuestro autor en una entrega previa, con el sustento de otras fuentes cartográficas (FAJARDO, 2005). El plano en el que ahora nos apoyaremos, encargado por el Asistente Arjona, es de cronología anterior (1826), pese a lo que aporta datos de interés para asuntos patrimoniales y específicamente arqueológicos de Osuna, que -en este último caso- permiten puntualizar noticias de hallazgos conocidos por la historiografía, pero que, desgraciadamente, estaban faltos de una más adecuada contrastación y de una más afinada localización en el municipio y caserío correspondiente. En realidad, aquellos primeros planos eran parcelarios, por lo que la definición del callejero no alcanza el detallismo de esta segunda muestra.
2. Planimetría urbana de Osuna conservada en la Real Academia de la Historia (Signatura: C-Cuadros 9. Números de Registro: 01114).
En concreto, particularizaremos nuestro análisis en dos cuestiones referidas respectivamente a la localización de una calle, cuyo nombre ya no existe en el nomenclátor de Osuna, pero que puede acercarnos a la ubicación de los restos de las infraestructuras hidráulicas de la antigua ciudad romana. Mientras que la segunda hace referencia a las infraestructuras monumentales que acompañaron a la Iglesia Colegial de la villa y que hoy han desaparecido. Esta última cuestión ha sido descubierta por el propio Antonio Fajardo, pero la volvemos a valorar aquí porque quizás podamos añadir alguna cuestión de interés al respecto, o aportar puntos de vista con los que generar futuros debates patrimoniales sobre la conservación del entorno de la Colegiata o su mejor puesta en valor.
1. La calle Arrecife y su localización: El interés arqueológico de esta calle de Osuna arranca de las noticias locales sobre recuperaciones patrimoniales en el entorno urbano de la villa, que recogen distintos autores, partiendo de las crónicas locales y de las propias actas municipales, donde se señalan acontecimientos de cierta notoriedad en la ciudad. Aunque los datos al respecto pueden reconocerse por varias fuentes diferentes, podemos traer a colación las últimas indicaciones conocidas, que se contienen en la tesis de doctorado de José Ildefonso Ruiz Cecilia (2016), quien reúne todas las noticias anteriores, indicando literalmente las siguientes dos referencias:
a) Pierre Sillières, en el estudio de los topónimos antiguos vinculados a las vías de comunicación refiere a la calle Arrecife, recogiendo una referencia de Engel y Paris (SILLIÈRES 1990: 218), quienes a su vez citan a Antonio García de Córdoba. Se trata de un nombre que no ha perdurado, pero que debe corresponder con el final de la actual calle San Cristóbal, es decir, el acceso (o uno de ellos) por la parte occidental de la ciudad. (Ruiz Cecilia, 2016: 290).
b) Otros hallazgos concretos de los que da cuenta son los que a continuación vamos a referir, todos ellos producidos dentro de la ciudad moderna. En primer lugar indica que en 1525 se descubrió en la zona conocida como El Ejido ‘un acueducto de fuerte argamasa, tan alto que entraba por el un hombre y tenia á trechos muchos descansos y minas’, el cual, desde su descubrimiento, estuvo produciendo agua en cantidad durante seis meses y al agotarse ésta fue cegado (GARCÍA DE CÓRDOBA 1746: 100). Nuevos descubrimientos de estructuras que conducían agua fueron realizados en 1736 y 1743 en la calle San Cristóbal y en la calle Arrecife, respectivamente. El primero de ellos era una cañería de atanores que estuvo manando agua durante muchos días (GARCÍA DE CÓRDOBA 1746: 101). Por su parte, en la calle Arrecife –vía que ha cambiado de denominación pero que debe corresponder al final de la calle San Cristóbal– apareció una profunda boca cuadrada de una gruta con arcos que parecían dirigirse hacia el centro del pueblo; al no encontrarse a nadie dispuesto a explorar la galería se decidió volver a clausurarla (GARCÍA DE CÓRDOBA 1746: 100-101). Según Jesús Salas, estos hallazgos podrían corresponder a la red de cloacas de la ciudad romana (SALAS ÁLVAREZ 2002: 42). Lo más probable es que García de Córdoba se esté refiriendo a las minas o galerías de agua subterráneas que recorren el subsuelo de Osuna, de las que se ha hablado anteriormente. (RUIZ CECILIA, 2016: 648-649).
No vamos a comentar nada sobre los hallazgos que debieron producirse en el siglo XVI en esa calle Arrecife, pero es indudable que su localización debía encontrarse en las cercanías de la todavía existente calle San Cristóbal; de ahí, la normal asociación de ambos topónimos, como explicita el propio dr. Ruiz Cecilia, que no hace sino recoger el lugar común en que se había acabado por convertir esa noticia en la historiografía ursaonense. En este sentido, el conocimiento del mapa urbano de la Osuna de principios del XIX sí permite la ubicación exacta de la primera de esas vías públicas, evidentemente muy cercana a la de San Cristóbal, pero claramente disociada de la misma, como podemos apreciar en un detalle de la parte izquierda del plano, como recogemos en nuestra tercera imagen.
3. Detalle del plano de Osuna (1826) con indicación de las calles Arrecife (nº 28) y San Cristóbal (nº 73).
Lo interesante del hallazgo es que de la comparación del plano de Arjona con las cartografías actuales se deriva que pueda situarse con bastantes garantías el trazado de la antigua calle Arrecife, salvando los inconvenientes de la planimetría del XIX, que no orienta el dibujo como suele hacerse hoy con el norte hacia arriba. La antigua imagen, orienta el área que analizamos hacia la izquierda, donde actualmente es habitual situar el este, cuando la disposición del espacio analizado se alinea hacia el norte, igual que hace la calle Écija que es, finalmente en donde confluye la citada del Arrecife, aunque su orientación general es más noroeste-sureste. Tomando como referencia una vista aérea de la zona, tomada de Google (imagen 4), es fácil situar el trazado original de la calle, aunque hoy está algo desdibujado por construcciones posteriores, como veremos.
4. Vista aérea de la parte norte de Osuna con las calles San Cristóbal (trazo verde), Écija (azul), Los Lirios (amarillo), antigua prolongación de Arrecife (malva) e hipotética rectificación del trazado de Arrecife (rojo). A partir de un original de Google earth.
El recorrido general de la antigua calle Arrecife arrrancaría -en su posición más septentrional- de la calle Écija, que la cortaría perpendicularmente en dos tramos de casi idéntica longitud, pero cuyo sector oriental acaba resultando mucho más largo, al prolongarse por ese lado tras un quiebro de su trayectoria de más de noventa grados que le da una desviación hacia el sureste, en dirección a su posible confluencia con la calle San Cristóbal. Una conexión que, sin embargo, no llega a producirse, ya que su recorrido queda finalmente truncado por la calle Alcalá que es la que finalmente permite una salida hacia el sur hasta San Cristóbal. Estos últimos elementos siguen vigentes en el actual viario de Osuna, incluyendo idénticos nombres para sus denominaciones, que parecen haberse mantenido sin variaciones desde hace dos siglos.
La vista aérea que presentamos, tras ser cotejada con el plano decimonónico, nos ha permitido disociar aquella calle Arrecife de la de San Cristóbal definitivamente; pero, al mismo tiempo, también ha facilitado su más precisa identificación con la actual calle de Los Lirios, que discurre aproximadamente por el mismo sitio que su predecesora Arrecife. No obstante, el irregular trazado que actualmente muestra esta vía, comparada con el dibujo ahora conocido, posibilita plantear la hipotética corrección de su trayectoria original (imagen 4: trazado rojo), alineándola por los estrechos solares que encontramos a espaldas de la finca y que colindan con el fondo de la propiedad que ahora ocupa el colegio de la SAFA y sus espacios deportivos.
Toda esta zona se presenta hoy muy urbanizada en toda la acera septentrional de la calle, mientras que en el siglo XIX lindaba en ese mismo lado con terrenos despejados y uso casi plenamente agrícola. No estamos seguros, pero creemos que en ninguna ocasión se tomó allí cautela arqueológica alguna, cuando se construyeron las nuevas edificaciones que produjeron la ampliación del caserío y que ha dado lugar a la barriada que ahora vemos extenderse por ese lado de la calle, en los aledaños del espacio por donde debió discurrir con toda seguridad la canalización hidráulica que recoge la historiografía conocida. Pero la nueva situación patrimonial, ofrece una diferente realidad que es posible que exija también la necesaria recalificación de los espacios contenidos en el conjunto del BIC de Osuna (JOFFRE y RUIZ CECILIA, 2001) que, para estos alrededores, queda al margen tanto de aquel espacio protegido como del propio entorno de ese BIC (MAÑAS y MAÑAS, 2005); pero, también, incluso fuera del más general Conjunto Histórico que, curiosamente, en esta parte de la calle de Los Lirios, hace una extraña inflexión que excluye la práctica totalidad de esa localización de su especial protección patrimonial (imagen 5: reducto amarillo).
5. Espacios patrimoniales protegidos de Osuna. La zona amarilla recoge el área excluida de los mismos, a mediodía de la antigua calle Arrecife (hoy, de Los Lirios). [A partir de J.I. Ruiz Cecilia (2016: fig. 4.9)].
Así, lo que esta constatación plantea, debiera obligar a las autoridades municipales y culturales a exigir todas las prevenciones arqueológicas debidas y exigidas por la actual legislación, en toda nueva transformación del entorno de la antigua calle Arrecife, siempre que vayan a desarrollarse actuaciones urbanas, o de infraestructuras viarias, que pudieran afectar a un subsuelo en el que no nos sorprenderían descubrimientos patrimoniales de enorme interés para la comprensión de la antigua ciudad. Si, para ello, es obligado rectificar el actual BIC y sus anejos preventivos, todavía estamos en situación de que tan necesaria corrección llegue a tiempo de evitar afecciones antipatrimoniales de la que tengamos que arrepentirnos una vez más en Osuna.
6. Zona monumental de Osuna, según el plano de 1826: A, Colegiata; q, Universidad; k, Cementerio.
2. Infraestructuras monumentales del entorno de la Colegiata: El estudio de los planos encargados por el Asistente Arjona ofrece otro hallazgo de interés que afecta a los accesos externos de la Colegiata (RODRÍGUEZ-BUZÓN, 1982)y de los que no se tenían hasta ahora demasiadas noticias (imagen 6). En este sentido, es de sobras conocido que los únicos accesos hasta la Iglesia Mayor de Osuna (Nuestra Señora de la Asunción) eran dos. Primero, el septentrional, que es al que embocan la fachada exterior del Sepulcro Ducal y la escalinata moderna que en esa misma fachada se alinea con la puerta lateral monumental, también llamada Portada de la Cuesta o del Evangelio, recientemente restaurada (SÁNCHEZ y RANGEL, 2008), enfrente también del Monasterio de la Encarnación. El segundo, el meridional, cuyo camino habitual de acceso se venía produciendo por la escalinata que enlaza la plataforma intermedia entre Universidad y Colegiata, desde la que se facilitaba la arribada hasta la segunda puerta lateral de este lado, la Puerta Sur o de la Epístola. Aunque esta escalera debe ser relativamente moderna, puesto que el plano de Arjona no la recoge y, además, tenemos fotos antiguas, de inicios del siglo XX en la que tampoco existe, salvo una verja algo más adelantada hacia el oeste que el sitio donde hoy se encuentra esa escalera (imagen 7). Probablemente, esa verja fuese una de las entradas al cementerio, que entonces separaba la Universidad de la Colegiata.
7. Lateral meridional de la Colegiata con la verja que la separaba del cementerio de Osuna, Al fondo la anttigua Universidad. Principios del siglo XX. A partir de una fotografía de la Fototeca del Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla.
Frente a aquellos accesos, quedaría un tanto aislada la portada principal del edificio, o Puerta del Sol, para la que no parecería haber existido ningún acceso directo, salvo los que le proporcionaban indirectamente, y venían haciéndolo, alguno de los dos ya citados; abocada dicha entrada, además, a una falta de perspectiva visual que derivaba del estrecho balconcillo que compone la plataforma perimetral del edificio en este sector occidental, minúsculamente reducida y especialmente ridícula en la parte central de la fachada occidental. Algo aún más inconsistente, si se considera que esa plataforma, hacia mediodía, alcanza una anchura considerable, hasta resultar incomprensible para una puerta secundaria, cuya simpleza de trazo (la más sencilla de las tres) tampoco permite especular que tuviera ninguna mayor importancia, respecto de posibles celebraciones litúrgicas que pudieran haber requerido en ese sitio de un espacio delantero ritualizado de cierta relevancia. Pero, no siempre debió ser así, como vuelve a demostrar el plano de Arjona, en el que encontramos sendas escaleras en los frentes sur y oeste de la plataforma elevada sobre la que se asienta la Colegiata (imagen 8).
8. Detalle del plano de Arjona, reorientado al norte, con la indicación de la planta de la zona de la Colegiata con las dos escaleras a occidente (círculo de la izquierda) y mediodía (círculo inferior) de la construcción.
No se trataría de dos escaleras coyunturales que pudieran haberse hecho en el siglo XIX, ya que también se ha detectado la representación de una de ellas, en un cuadro al óleo conservado en la ermita de San Arcadio de Osuna (PÉREZ, 2007), cuya cronología estimada habría que situar razonablemente en tiempos dieciochescos, por lo que tampoco debiera extrañarnos que la presencia de esas escalinatas pudieron ya estar vigentes en tiempos barracos y quizás desde la propia construcción del edificio en un momento, si no plenamente renacentista, posiblemente tardoclasicista (imagen 9). En este sentido, la cronología de la pintura referida se ha relacionado con la inclusión en ella de un arco cercano a la representación de la ermita del santo, pero ello no justifica suficientemente que deba tratarse necesariamente del arco de Carlos IV en el camino de esa ermita. Su imagen pictórica lo único que mostraría es una de las puertas de la ciudad y no necesariamente esa, incluso aunque fuese la misma: es decir, probablemente esa entrada de la Pastora con la intervención carolina también puede aludir al remozamiento o sustitución de una de las viejas puertas de la villa. Sería prudente por tanto retrasar la fecha del cuadro un siglo atrás, en el XVII, cuando sabemos que el propio templo del santo se erigió, por lo que sus enseres podrían ser contemporáneos y los detalles arquitectónicos de su pintura recogerían detalles de construcciones que ya existían en ese siglo.
9. Detalle de la parte superior del cuadro del martirologio conservado en la ermita de San Arcadio de Osuna, con la representación de la Colegiata (arriba derecha) y las escaleras de forma trapezoidal a sus pies.
Así, las escalinatas de la Colegiata tampoco tendrían que ser necesariamente contemporáneas de la pintura, sino reflejar otra realidad: que hubiesen sido un todo constructivo con el resto de la edificación renacentista. Si la representación del cuadro de San Arcadio es lo suficientemente exacta, el mapa de Arjona estaría mostrando esos accesos escalonados de forma demasiado esquemática, dando sensación de que no fueron estructuras lo suficientemente monumentales, cuando debieron ser más acordes con el verdadero volumen de la construcción eclesiástica, como aparecen en la pintura. Ello explicaría que las escaleras frontales sirvieran originariamente como complemento expansivo del espacio que se desarrollaba ante la Puerta del Sol, ganando con esa estructura un espacio del que no disponía con el único concurso de la pequeña plataforma elevada que hoy vemos frente a ella en la Colegiata. Bajo ese punto de vista, creemos que -desde un principio- debió articularse la concepción de la fachada principal oeste con la estructura monumental escalonada central, rompiendo con el geométrico volumen que hoy representa el cubo liso sobre el que se acabó levantando el edificio y que se hace visible por el sur y oeste del conjunto. La desaparición de ambas escaleras contribuyeron a eso, además de forzar el recorte excesivo del pasillo que flanquea el frente occidental, quitando relevancia a la que debía ser la imagen arquitectónica más emblemática de la institución eclesial (imagen 10). Por lo demás, tampoco sabemos el porqué de su desmantelamiento, aunque es probable que a ello contribuyeran el abandono del reducto urbano de la Rehoya, que era el más directo relacionado con la zona monumental, junto con los problemas de financiación para su mantenimiento, problemas de los que siempre hizo gala la administración ducal del conjunto Colegiata-Universidad.
10. La Colegiata de Osuna en los años cincuenta del siglo XX, sin las escaleras frontal y lateral de su plataforma. El ángulo que se alinea, en la imagen, con la Puerta de la Epístola sirvió de apoyo a una de ellas. Imagen de
En la actualidad queda poco de aquellas dos escaleras (imagen 11), salvo el ángulo recto en la base
11. Vista aérea del conjunto monumental de Osuna con las escaleras oeste y sur desaparecidas de la Colegiata, en una imagen bastante reciente. Imagen de la web de otroscaminos.es
meridional (imagen 12), que todavía guarda el rincón donde se acomodaron las escaleras en ángulo de este sector y cuyo extraño trazado explicaría la interposición en su época de esa estructura ascendente.
12. Detalle del sector sur de la Colegiata, con el particular del ángulo de la plataforma donde estuvo la escalinata meridional. Fiti iriginal de F. M. Merino Laguna (http://www.redjaen.es/francis/?m=c&o=43827&letra=&ord=&id=60850)
Incluso en la base de la plataforma de la Colegiata en este mismo ángulo, aún quedan restos de un amontonamiento irregular de piedras que debieron formar el sustento de las escaleras de esta parte (imagen 13), demostrando la realidad de lo que estamos señalando. A pesar de que se han realizado obras recientes que podrían haber alterado estos restos, parece más probable que se haya mantenido por debajo de las nuevas intervenciones. Del frente principal no disponemos de muchas más referencias, pero también las vistas aéreas actuales parecen mostrar todavía ciertos alineamientos de piedras que en el Higueral dibujan el volumen que debieron tener las escaleras dobles que existieron aquí.
13. El mismo ángulo anterior de la plataforma de la Colegiata, donde se aprecia (primer término) la acumulación de piedras que formaron parte del relleno de las escaleras meridionales. A partir de un original de A. Ramírez (2015: fig. 6).
Finalmente, cabe destacar que en la parte frontal de la Colegiata, en el propio espacio vegetal del Higueral, todavía son visibles los restos de los fundamentos de aquella otra escalera monumental que en tiempos hubo en esta parte oeste del monumento (imagen 14), lo que hace posible su estudio arqueológico para dilucidar a qué época pudo corresponder su construcción y si, definitivamente, formó parte del programa edilicio inicial de la gran fundación del IV Conde de Ureña.
14. Detalle de la parte frontal de la Colegiata, donde se aprecian restos lineales de muros que sugieren la dirección de los rellenos que sirvieron de apoyo a los tramos de la escalera monumental que llevaba a la Puerta del Sol del monumento, A partir de una vista aérea original de Google earth.
Los novedosos indicios, que parecen desprenderse en torno a las escalinatas que acompañaron a la Colegiata de Osuna, abren nuevas perspectivas para la indagación arqueológica y patrimonial sobre esta parte de la villa sevillana. Además, su contrastación científica, que nos parece obligada, permitiría completar la recuperación del aspecto que este entorno monumental tuvo en tiempos pasados. Es una posibilidad que debieran tener en cuenta las autoridades municipales y culturales competentes, pues el estudio y restauración de estos elementos estructurales podrían revalorizar el interés que la ciudad tiene, aunque multiplicando aún más su proyección artística y patrimonial, en beneficio de todos y en aras de seguir diversificando la oferta turística de calidad del municipio.
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