viernes, 11 de enero de 2019

SOBRE EL DEPÓSITO PRERROMANO DE LA CALLE ZACATÍN DE GRANADA

    El pasado 9 de enero tuvo lugar la presentación en el teatro del Hotel Palace de Granada de la revista Alhóndiga (http://www.revistaalhondiga.com/revistas/), que ya cubre su doce entrega (enero-febrero de 2019) (fig. 1) y en la que se recoge una breve consideración de nuestra autoría sobre el descubrimiento arqueológico prerromano de la calle Zacatín. Bajo el 'llamativo' título de «El tesoro griego de la calle Zacatín», damos a conocer ciertos detalles de este hallazgo de enorme relevancia, como demuestra el enorme acopio de cerámicas griegas y vidrios orientales que contenía. La revista que incluye nuestra publicación, centrada en temas granadinos de más amplio espectro, abre así un hueco a la socialización del patrimonio arqueológico local, completando el repertorio temático que la ha venido caracterizando y que, como arqueólogos y patrimonialistas de la antigüedad, debemos agradecer.

1. Cartel de promoción del vigente número de Alhóndiga.


     La noticia que publicamos en Alhóndiga (fig. 2), debido al sentido divulgativo de la misma, obvió algunas imágenes y referencias que en este blog resultarían obligadas; tanto para poder valorar mejor el trasfondo de lo que significa el depósito del Zacatín, como el reconocimiento a aquellos que ya han venido estudiando, más en profundidad y científicamente, este importante hallazgo granadino. Por lo que aquí trasladaremos no solo lo publicado en la revista de referencia, sino algunos detalles más que en este espacio son totalmente ineludibles.


2. Primera página del artículo en Alhóndiga.

EL TESORO GRIEGO DE LA CALLE ZACATÍN

Nadie habría podido imaginar que, cuando en el año 1999 se rehabilitaba la finca nº 10 de la calle Zacatín de Granada (fig. 3), acabara encontrándose en su subsuelo, alrededor de tres metros bajo el nivel de la superficie actual, un auténtico tesoro de objetos griegos de la antigüedad clásica que habían quedado sepultados en torno al siglo IV a.C., hace ya la friolera de casi dos milenios y medio. Lo normal en ese sitio hubiese sido el hallazgo de cualquier resto de época moderna, o incluso de elementos islámicos de tiempos medievales (nazaríes); teniendo en cuenta la cercanía que otros vestigios patrimoniales de esa época tienen con el lugar del descubrimiento, como el Arco de las Orejas, cuya presencia –tras su traslado desde su original ubicación en las inmediaciones de Bib-Rambla– enriquece hoy patrimonialmente el bosque de la Alhambra.


3. Finca de la calle Zacatín donde se produjo el hallazgo

Pero en la calle Zacatín la realidad fue otra y, superando a la ficción, los investigadores que hacían el seguimiento arqueológico de urgencia en el vaciado del solar de referencia, vinieron a descubrir una antigua fosa en el relleno limoso de una de las terrazas aluviales del río Darro, en la que se había depositado un verdadero ‘cofre del tesoro’ que todavía está haciendo las delicias de un montón de arqueólogos, historiadores de la antigüedad, ceramólogos y estudiosos, en general, de la pasada Granada ibero/bastetana anterior a los romanos. En realidad, el enorme depósito encontrado es un auténtico batiburrillo de objetos (fig. 4), realizados en diversos materiales (metal, cerámica, hueso y cristal) y, en gran medida, fragmentados; pero, entre los que destacan cerámicas de procedencia griega y vidrios de la misma naturaleza y orientales.


4. Selección del contenido del depósito del Zacatín. Según A. M. Adroher

La importancia del hallazgo estriba en que se trata de una recuperación arqueológica ingente, con una cantidad de ejemplares tan peculiares que, en el caso de las cerámicas griegas no tiene parangón conocido y permite colocar a la antigua ciudad de Granada, la Iliberri bastetana, en una posición de dinamismo económico y comercial del que no había demasiada constancia antes de lo hallado en Zacatín 10. Todo ello pone en evidencia la relevancia de las importaciones de productos griegos demandados por la población que habitó aquella Granada, cuando se la llamaba Iliberri y se situaba en las alturas del actual Albaicín, que debió ser de un volumen semejante al de otros lugares peninsulares que sí disfrutaban de mejores conexiones para los intercambios con el Mediterráneo. El espacio geográfico de donde debieron llegar buena parte de los artículos manufacturados que se encontraron en el depósito granadino.


3. Copas áticas de figuras rojas. Principios del s. IV y 375-350 a.C. Según I. de la Torre.

Antes del descubrimiento, Iliberri no pasaba de ser considerada por los historiadores especializados como una ciudad relativamente provinciana, de carácter más rural que urbano, en la que la presencia de productos exóticos griegos eran exclusivamente esporádicos y claramente superados por las recuperaciones arqueológicas de otros núcleos de población más significados como Basti (la actual Baza). Ni siquiera las variadas excavaciones que en los últimos años se habían venido desarrollando en el mismo Albaicín, habían sido capaces de aportar artefactos de esa naturaleza que pudieran nivelar mínimamente ese sorprendente desequilibrio, que hacía de esta zona granadina un reducto prácticamente vacío en los mapas de hallazgos griegos del sureste peninsular.
Pero la calle Zacatín ha dado un vuelco a la situación, y eso es lo que el tesoro que guardaba representa. Incluso con el inconveniente de que una gran mayoría de los objetos recuperados estén fragmentados, además de claramente incompletos, la minuciosa comprobación de lo hallado arroja un saldo sorprendente. De los casi cinco mil fragmentos de cerámica con sus cuarenta quilos de peso encontrados, que solo representan una parte del depósito, cerca de tres mil quinientos serían cerámicas griegas áticas, repartidas entre barnices negros (1.193 individuos) y decoradas con figuras rojas (2.269); cifras que representan un montante de algo más de un setenta por ciento del total. Cantidad que cabe valorar como uno de los acopios más voluminosos de estos tipos cerámicos en el Mediterráneo Occidental, si no es el mayor, ya que no han podido considerarse los espacios inexplorados más allá de los límites del solar investigado, por donde también sabemos que se extiende el depósito.


4. Askos/Guttus (dispensador) de barniz negro y decoración en relieve. 375-350 a.C. (J. A. Pachón).

Dejando a un lado la contabilidad de lo recuperado, otra de las sorpresas de Zacatín es la interpretación del uso que pudo tener el depósito. Con las primeras impresiones, precipitadamente, se adoptó la idea de que pudo tratarse de un espacio de índole funerario, relacionado con alguno de los cementerios (necrópolis) de Iliberri. Pero esta posición ha sido abandonada por la práctica totalidad de los investigadores, que no han podido encontrar elementos de juicio que permitan ampliar el número de espacios mortuorios conocidos tradicionalmenrte (Mirador de Rolando y colina del Mauror). 
Frente a ello, hoy cobra especial interés una lectura menos habitual, aunque tampoco totalmente desconocida entre los usos y costumbres de los ibero-bastetanos de la Granada pretérita. La fosa rellena de tan heterogéneo y rico material cuadraría más con un depósito de carácter ritual, formado en un acto litúrgico que tendríamos que asociar con las creencias mágico-religiosas de las gentes que habitaban la ciudad en aquel momento (375-350 a.C.) Aunque, frente a otros complejos arqueológicos semejantes y pozos rituales conocidos, el de Zacatín debió formarse de una vez en una sola ceremonia (sincrónicamente), en lugar de producirse tras una colmatación lenta y progresiva (diacrónica) como presentan otros casos y según se deduce de los estudios que ya se han realizado sobre los contenidos del hallazgo.
Esta cuestión magnifica aún más el insólito carácter del ‘tesoro’ granadino, porque significa que el variopinto conjunto de materiales contenido tuvo que abastecerse especialmente para la ocasión y, en el particular de los elementos de lujo (cerámicas griegas, cristales para perfumes, aceites y vino, algunos metales y muebles de hueso grabado), no debió ser fácil reunirlos. Por lo que su apropiación constituyó un proceso extraordinario de recopilación para un acontecimiento igualmente trascendente, que debió exigir un tiempo suficiente de acopio y el concurso de un grupo más que representativo de miembros de la comunidad de Iliberri; independientemente de las probables incorporaciones foráneas, si el acto de ritualización estuvo relacionado con un posible acto de magia simpática para favorecer, mediante el concurso propiciatorio de las deidades, alguna actividad económica de tipo comercial con su lógica derivada de las necesarias relaciones con otros pueblos.


5. Vidrios coloreados: oinocóe, anphoriskos, alabastrón y aryballos. 600-350 a.C. (J.A. Pachón).

Que lo hallado se recuperara en un estado de tantísima fragmentación, puede llevar fácilmente a pensar que más bien el depósito fuese una acumulación de desechos, abandonados en un hoyo ocasional, sin tener que atender a ninguna explicación tan elaborada. Pero no, el conjunto estuvo afectado por el fuego, como sea aprecia no solo en la superficie de los fragmentos, sino también en las zonas de fractura, por lo que la deducción es fácil: los objetos se rompieron premeditadamente para quemarlos, arrojándolos a las llamas  y proceder a sepultar los restos en la fosa. No obstante, la constatación de que el fuego no afectó por igual a todo el contenido, quizás hable de que el incendio pudo hacerse in situ, implicando mayormente a las capas superiores del relleno. Indudablemente, la ausencia de huesos quemados alejó la idea de que lo hallado formara parte de una tumba de incineración, o de un ustrinum, que sería el lugar concreto donde los pueblos iberos, como luego los romanos, incineraban los cuerpos de los difuntos, en reductos al efecto y al margen de las tumbas. De la misma manera, tampoco Zacatín puede confundirse con un posible silicernium (banquete funerario), por tres motivos: uno, no hay constancia arqueológica en los alrededores de ningún vestigio mortuorio; dos, el conjunto de vasos cerámicos en Granada supera con creces el habitual repertorio tipológico de vasos propios de esos espacios rituales sacralizados donde solo encontramos cerámica griega para la bebida y la comida; y tres, no hay ningún resto de comida (huesos, conchas y otros restos zoológicos). 
De todo ello, quedaría que el tesoro de Zacatín muestra cómo la impronta griega sobre la Granada ante-romana debió ser de tal calado, que incluso ahora entendemos mejor las razones que pudieron llevar a la Iliberri ibérica a adoptar un tipo de moneda única, que no comparte nada con ningún representante monetal de otras ciudades prerromanas. Aquellas que también emitieron moneda, pero cuyas figuraciones faciales son diferentes, pese a que repitieran muchos símbolos entre ellos, al margen del caso granadino.  Esa nota diferencial de nuestra ciudad podría tener mucho que ver con la influencia grequizante, tanto si se tomaron modelos de algunas de las ‘ilustraciones’ que decoraban las cerámicas griegas que aquí se llegaron a conocer, o si se copiaron de monedas griegas que pudieron llegar por comerciantes helenos o iberos, acostumbrados a hacer transacciones entre unos y otros lugares del Mediterráneo. Esa característica numismática es el símbolo de tres piernas (triquetra/triskeles) que arrancan radialmente de una cabeza de Gorgona y que personaliza el tipo de la moneda iliberritana en su reverso, junto con la leyenda en escritura indígena (ibérico) del nombre de la ciudad. En este sentido, puede recordarse que hay monedas con símbolos parecidos, entre otros sitios griegos, en Sicilia (Magna Grecia) y en Lycia (Asia Menor); sin que falten en Etruria (Italia Central), donde la influencia griega tampoco fue desdeñable.


6. Moneda de Iliberri (J. A. Pachón).

Como conclusión, lo hallado en Zacatín no es sino un reflejo más de la caja de sorpresas patrimonial que Granada aún parece seguir guardando en su subsuelo. Un tesoro que, poco a poco, empieza a mostrarse en el Museo Arqueológico de la ciudad para conocimiento de los granadinos, pero que esperemos siga ampliando su contenido con nuevos y tan llamativos descubrimientos.

Bibliografía y referencias para saber más

ADROHER, A. M., SÁNCHEZ, A. y DE LA TORRE, I. (2015): "Cuantificación en cerámica, ¿ejercicio especulativo o ejercicio hipotético? Las cerámicas ibéricas y púnicas en la Iliberri del siglo IV a.C. procedentes del depósito de la calle Zacatín (Granada)", Archivo Español de Arqueología, 88, pp. 39-65.
— (2016): "Cerámica ática de barniz negro de Iliberri (Granada, España).Análisis crono-estadístico de un contexto cerrado", Portvgalia, 37, pp. 5-38.
ROUILLARD, P. y DE LA TORRE, I. (2014): "Les coupes à tiges attiques de Zacatin (Grenade); premières reflexions sur un lot de vases du IVe s. av. J.-C-", Bastetania, 2, pp. 1-14.
ROUILLARD, P., DE LA TORRE, I. y SÁNCHEZ, A. (2017): "Las cerámicas griegas áticas de figuras rojas de Zacatín /Granada, España)", Archivo Español de Arqueología, 90, pp. 271-298.
SOL,J. F., ADROHER, A.M., GARCÍA, J. y DE LA TORRE, I. (2018): "Objetos de vidrio en un conjunto cerrado en Iliberri (Granada) en el siglo IV aC" Pyrenae, 49.2, pp. 37-60.

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