viernes, 13 de mayo de 2022

CAMBIOS EN LA NECRÓPOLIS RECIÉN DESCUBIERTA EN OSUNA, SEVILLA

 

1. Panorámica general del espacio municipal donde se han producido los hallazgos

¿ADIÓS A LA NECRÓPOLIS FENICIO-PÚNICA DE OSUNA?

(POR UNA MESA DE DEBATE HACIA SU RECUPERACIÓN DEFINITIVA)

Juan A. Pachón Romero

2. Mesa redonda. A partir de un original de la UPNA (Universidad Popular de Navarra).


    Fue bonito mientras duró. Nunca nuestra hermosa villa había vivido en tiempos recientes un revuelo tan ilusionante, apasionado y reconfortante, que pareciera querer devolvernos a lo que supuso la conmoción del hallazgo de las leyes municipales (Bronces de Osuna) en el siglo XIX o los hallazgos de las esculturas ‘ibéricas’ en la primera década del siglo XX. Después de mucho tiempo, se estaba viviendo un sueño: el de que, tras años y años de historia negra de la arqueología furtiva, algo parecía estar cambiando. Aquella fue una horrible época en la que Osuna encabezaba un ranking desgraciado de mala praxis y de paradigma de centro comercial para el mercadeo ilegal de antigüedades; también de abandono del patrimonio arqueológico a su suerte, sin el amparo suficiente de las administraciones competentes. Una suerte de maldición aceptada por todos y solo denunciada por algunos, pero inamovible en su negativa situación, al menos, para los bienes patrimoniales más antiguos de nuestro pentamilenario municipio.
El descubrimiento de la espectacular necrópolis de tumbas excavadas en el suelo rocoso de arenisca miocénica, característica  del sustrato geológico que conforma las alturas donde se asentaron de manera sucesiva las diferentes sociedades que nos precedieron, estaba resultando un hallazgo notable y continuamente destacado en la prensa de toda condición y origen, en parte como algo inédito, en cierta medida excepcional, en otras derivadas sorprendente y muchos más epítetos rimbombantes. Tan exagerada calificación de lo excavado había suscitado, en quienes nos movemos de una manera algo más habitual en el mundo de la arqueología, una actitud más moderada  (http://japr5.blogspot.com/2022/05/algunas-puntualizaciones-sobre-la-nueva.html), en la que las expectativas se habían centrado en la sorpresiva localización de la nueva necrópolis, debajo de la zona urbana de la colonia romana. Además de una tensa expectación, a la espera de que un hallazgo contextualizado pudiera indicarnos realmente en qué época se usaron esos espacios funerarios, para así dilucidar objetivamente si respondieron a expresiones culturales locales como las de nuestros tartesios y turdetanos, más bien que a materializaciones foráneas de fenicios o púnicos.
Pero, ahora, de una manera más que sorpresiva, nos hemos encontrado desde hace unos días con la repentina bajada del suflé, debida a la decisión de los responsables directos de la excavación de clausurar la intervención arqueológica que había alumbrado la necrópolis. Todo, con la aquiescencia del departamento de Cultura de la Junta de Andalucía, una vez que este último había ya determinado la imposibilidad de seguir construyendo en ese sitio el depósito de aguas proyectado por el Consorcio de Aguas Plan Écija, que financiaba la Consejería de Agricultura andaluza, pero que presidía la vigente regidora del municipio de Osuna.
Ante la nueva realidad suscitada, nuestra primera conclusión es considerar que el ambicioso proyecto hídrico y sus consecuencias patrimoniales se encuentra trufado de intereses políticos opuestos que no han tardado en manifestarse con sus más negras proyecciones. Así, a nadie escapa que el signo ideológico de la actual dirección del Consorcio es contrapuesto al que anima a las consejerías del ente autónomo andaluz que se han visto implicadas en el proyecto: Agricultura como financiadora y Cultura como garante de las implicaciones patrimoniales. Ante estas distancias políticas que no hace falta detallar, tampoco es baladí que la finalización abrupta de las excavaciones haya hecho saltar el enfrentamiento dialéctico de los representantes de unos y otros organismos implicados que ya venían actuando juntos, aunque bajo una entente cordial muy débilmente asentada.
Creemos firmemente que resultaría del todo estéril debatir aquí sobre la culpabilidad que pudiera achacarse a cualquiera de las facciones implicadas en la nueva situación, porque sería casi imposible declarar inocente a ninguno de sus partícipes. La situación que arrostramos es que la nueva necrópolis de Osuna se enfrenta a una excavación sin ultimar, en la que se ha dado una evidente dejación de funciones por una de las partes, que no sé si tendríamos mejor que calificar de abandono de obligaciones. Mientras que la otra parte se ha asentado en una posición de rotunda denuncia del contrario, pero sin ofrecer siquiera cualquier posible solución ante el abandono de la actividad arqueológica en ese espacio patrimonial tan trascendental (https://www.elpespunte.es/rifirrafe-a-causa-del-nuevo-yacimiento-arqueologico-de-osuna/).
Las dos partes, por otro lado, solo prometen vagas actuaciones posteriores para el debido conocimiento de la historia antigua del lugar y para la ampliación de la recuperación de los bienes patrimoniales inmuebles de tan señalado descubrimiento arqueológico dentro del BIC, que por su propia catalogación exige del mayor de los esfuerzos para su estudio, recuperación y conservación apropiados. Una indefinida compensación futura que no explica que unos hayan paralizado la investigación para quizás reanudarla después, pero tampoco que la otra parte –propietaria única del espacio investigado– haya hecho todo lo legalmente posible para tratar de  impedirlo. 
Nuestra posición ante estos enfrentamientos y contradicciones es la exclusiva defensa patrimonial, por lo que todos y cada uno de los organismos implicados en esta novelesca historia de pasión y desafección culturales tienen parte importante de culpa en la nueva situación que se abre ahora, en un aspecto tan concreto de la arqueología de Osuna. Por ello, analizaremos sintéticamente las actitudes inapropiadas que pueden apreciarse en las decisiones y posicionamientos que han provocado las actuaciones de cada uno de ellos.

3. Una de las estructuras excavadas en la roca halladas en la necrópolis.


La crítica debe iniciarse con la Consejería de Agricultura, porque su negativa para la continuidad de los trabajos se sustenta en una apreciación meramente economicista, pese a que ya esté aprobado un fondo presupuestario para actividades arqueológicas en el proyecto del Consorcio, dentro de una financiación europea con montante general de 57 millones de euros. Esto contempla sufragar aquellas actividades programadas, contando imprevistos, lo que es tan insignificante que resulta ridículo retirar dicha partida económica en una fase tan avanzada de las actuaciones. Todo, sin considerar que la consecuencia va a ser mucho más lesiva por el abandono de un espacio patrimonial único, que más difícilmente encontrará ahora una solución diferente de investigación y preservación tan directa y automática como la que han contribuido a desperdiciar los responsables de su departamento.
Respecto de la Consejería de Cultura, aún resulta más chocante comprender la situación a la que se ha llegado, considerando los elevados objetivos patrimoniales que debieran perseguirse desde sus sesudos departamentos. El apoyo a Agricultura ha sido claro, no dejando opción a la continuidad inmediata de la excavación, ante lo que las excusas esgrimidas no alcanzan un apoyo del todo objetivo. La paralización de la actividad, como garante de la consecución de unas mejores condiciones de investigación patrimonial del sitio, es un argumento artero, porque no sería la primera vez que la transformación de los parámetros necesarios en la adecuación de una intervención arqueológica se hace sobre la marcha, al tiempo que se sigue trabajando, ampliando e incluso transformando el tipo legal del permiso inicial de dicha intervención y de los equipos científicos implicados. En este último caso, ni siquiera la imposibilidad de afrontar el incremento del gasto generado debería argüirse, porque el generoso presupuesto del proyecto hídrico tendría capacidad de cubrirlo y, en todo caso, la prolongación cronológica de los trabajos daría tiempo para encontrar otras alternativas financieras complementarias. Por no hablar del exceso de celo que ahora tratan de manifestar, mientras no parecía tenerse en lo más mínimo cuando se permitió una obra de esta envergadura en un espacio declarado BIC hace tiempo y afecto a las importantes cautelas que su consideración contempla. 
En último término, respecto del Ayuntamiento, aunque la postura de la corporación municipal puede acabar pareciendo lógica, su representante electa no debería haber centrado su rechazo en la directa oposición a la decisión tomada por sus oponentes políticos de la Junta de Andalucía. Así, solo consigue instalarse en un único plano, el de la confrontación, olvidándose precisamente de aquello de lo que indirectamente se lamenta que es el patrimonio. Son muchos los ayuntamientos andaluces que han tomado partido por la defensa de los bienes culturales, concertando convenios de colaboración en esta materia con instituciones científicas, la propia Consejería de Cultura y colaborando con financiación propia y de las Diputaciones Provinciales. Precisamente, es en eso en lo que el Consistorio de Osuna debería estar ahora, sentado con los organismos competentes para buscar la única solución posible que es la continuidad de los trabajos arqueológicos, pero comprometiendo activamente su participación en los mismos, consensuando un acuerdo beneficioso para la necrópolis y dejando de repartir responsabilidades e irresponsabilidades culposas entre los otros. 

4. Vista parcial con algunas de las estructuras excavadas.


  Aunque también puede que haya faltado entre todos la comunicación exigible. La Junta quizás haya tomado una decisión precipitada sin contactar siquiera con el propietario del terreno en el que se actuaba, mientras que el Ayuntamiento tampoco sabemos si consultó con la administración para pedir las explicaciones pertinentes, antes de denunciar lo sucedido a la prensa. Parece razonable que, si quisieran tenerse los encuentros que debieran entre todos los organismos implicados, hubiese sido imprescindible tener abierta una vía de comunicación efectiva entre ellos, con un trasvase de información suficientemente fluida en ambos sentidos, como no parece haberse producido y debe exigirse entre administraciones. Es probable, igualmente, que hoy no estaríamos así, si desde un principio se hubiese pensado en otro sitio fuera del BIC para la ubicación del depósito, pero en esto ni Ayuntamiento ni Junta parecen haber tenido la más mínima sensibilidad para evitarlo. Claro, de haberse producido, tampoco sabríamos hoy lo que hemos empezado a conocer en esta parte del yacimiento, aunque ello no exima de la falta de previsión y celo patrimonial debidos por parte de ambas entidades.

Aunque también puede que haya faltado entre todos la comunicación exigible. La Junta quizás haya tomado una decisión precipitada sin contactar siquiera con el propietario del terreno en el que se actuaba, mientras que el Ayuntamiento tampoco parece haber consultado lo suficiente con la administración para pedir las explicaciones pertinentes, antes de denunciar lo sucedido en la prensa. Parece razonable que, si quisieran tenerse los encuentros que debieran entre todos los organismos implicados, hubiese sido imprescindible tener abierta una vía de comunicación efectiva entre ellos, con un trasvase de información suficientemente fluida en ambos sentidos, como no parece haberse dado y como debe exigirse entre administraciones. Es probable, igualmente, que hoy no estaríamos así, si desde un principio se hubiese pensado en otro sitio fuera del BIC para la ubicación del depósito, pero en esto ni Ayuntamiento ni Junta habrían tenido la más mínima sensibilidad para evitarlo. Claro que, de haberse producido, tampoco sabríamos hoy lo que hemos empezado a conocer en esta parte del yacimiento, aunque ello no exima de la falta de previsión y custodia patrimonial debidos por parte de ambas entidades.

Con independencia de todas estas reflexiones, tampoco los demás debemos permanecer pasivos, como simples espectadores, ante el riesgo de que la necrópolis acabe quedando en el más absoluto de los olvidos, sino que tenemos que adoptar una posición positiva que ayude a la reconducción de la situación y a alcanzar la mejor solución de las posibles. Como interesados, estudiosos, profesionales de la historia y la arqueología, simples ciudadanos, miembros de asociaciones culturales locales o no, etc., cabría proponer una actividad inmediata que facilite una salida con que satisfacer a todos y volver a colocar en su sitio el hallazgo patrimonial que estamos considerando. Se trataría de una mesa de debate sin afecciones ideológicas, pero con participación de arqueólogos, técnicos patrimoniales, miembros de equipos de investigación, representantes de asociaciones civiles y de la administración, para limar diferencias y alcanzar acuerdos. Así podríamos tratar de despejar un camino que culmine en la definitiva investigación de los espacios funerarios descubiertos, su análisis profundo y su apropiado estudio, junto con su recuperación, puesta en valor y reversión a la sociedad para su disfrute público. En definitiva, que la protección de los bienes culturales acaben siendo lo único que nos mueva, lejos de enfrentamientos interesados entre políticas partidistas y personales, que siempre están al margen de lo que debiera ser la única prioridad pública: la defensa activa del patrimonio histórico común.

Granada, 13 de mayo. 2022

martes, 3 de mayo de 2022

ALGUNAS PUNTUALIZACIONES SOBRE LA NUEVA NECRÓPOLIS DE OSUNA SEVILLA

 

1. Una de las estructuras funerarias exhumadas en Osuna que se excavaron en la roca.

SOBRE EL ARQUEOLÓGICO Y TRASCENDENTAL HALLAZGO FUNERARIO DE OSUNA

Juan A. Pachón Romero


    Las incesantes publicaciones en las redes sociales y en las noticia periodísticas que han inundado los portales informativos de nuestro país, así como algunos del extranjero (https://www.theguardian.com/world/2022/apr/26/unprecedented-phoenician-necropolis-osuna-spain), en el último mes de abril, han anunciado el espectacular descubrimiento en Osuna de una fantástica necrópolis inédita, sorprendente y no se cuantos más epítetos rimbombantes; sirviendo al menos para convertir la villa sevillana en centro de atención del patrimonio arqueológico y para destacar su importancia y trascendencia en los procesos históricos que afectaron al centro de Andalucía en un cierto momento del desarrollo del primer milenio a.C.

Pero, al mismo tiempo, tanta expectación se ha producido mucho antes de que se den por concluidas las actuaciones científicas que en el yacimiento se están realizando, así como sin poder conocerse las conclusiones acomodadas a razón que sus propios excavadores hayan podido alcanzar con suficiente criterio. Queremos decir que muchas de las afirmaciones que, al respecto, se han producido y se siguen exponiendo, responden más a consideraciones sobre visiones parciales, manifestaciones muy inmediatas, observaciones poco fundadas y comentarios externos a los propios investigadores del sitio, que deberían tomarse con las máximas precauciones, mientras no puedan considerarse absolutamente todos las realidades documentales quela excavación pueda poner en evidencia.

Por ello, incluso corriendo el riesgo de caer también en las debilidades de argumentación que queremos cuestionar, vamos a tratar de desmentir algunas de las más sonoras aseveraciones que lo descubierto en Osuna está provocando y ayudando a la desinformación que un BIC como el del yacimiento sevillano no debiera permitirse. Aunque valga de antemano indicar que el hallazgo tiene por sí solo, por el carácter de sus estructuras excavadas en la roca, por su peculiaridad arquitectónica y por la asociación de diferentes soluciones constructivas, un inmenso valor patrimonial. Lo que debe obligarnos a todos en su necesaria conservación, restauración, puesta en valor y anulación de una obra pública que parecía destinada expresamente al sitio del  hallazgo. Pero que, ahora, deberá buscar otra localización alternativa donde no exista fricción alguna con el BIC de Osuna ni con sus importantes vestigios patrimoniales.

1. NO SE TRATA DE UNA NECRÓPOLIS FENICIA SIN PRECEDENTES

(https://www.eldebate.com/cultura/arte/20220427/hallazgo-precedentes-necropolis-fenicia-osuna.html)

2. Estructuras funerarias rupestres de Osuna, semejantes a las últimas investigadas en el yacimiento. Corresponden con las excavaciones francesas de 1903 (arriba, izda.) y con las de R. Corzo en 1973. Todas en el garrotal de Postigo.

    La discusión de este punto requeriría abrir un debate conceptual sobre lo que podemos llamar fenicio en el interior de Andalucía. Dejemos bien sentado que lo claramente semita, en este ámbito geográfico, deberíamos reducirlo a determinados objetos importados que pudieron acabar en los ajuares domésticos o funerarios de las poblaciones autóctonas, amén de ciertas construcciones que pudieron copiar un patrón alóctono de raigambre fenicia. Pero, afirmaciones tan desafortunadas como la catalogación de necrópolis fenicia, redundaría en la aceptación de la presencia de población extranjera de ese origen en las zonas interiores de la Península, como no se ha podido comprobar más allá de los ámbitos geográficos costeros mediterráneos y sur-atlánticos peninsulares. Sería más apropiado, desde nuestro punto de vista, hablar de fenómenos orientalizantes  para las tierras del interior, donde las sociedades indígenas se vieron inmersas en procesos de aculturación, en las que las influencias fenicias orientales sí debieron estar presentes y son conocidas suficientemente. Aunque tampoco debe descartarse el uso de otros calificativos como el de Tartessos y el correspondiente etónimo de sus pobladores locales los tartesios.

Por otra parte, que una necrópolis de este tipo no tenga precedentes es otra afirmación gratuita preñada del desconocimiento que precede a quienes lo afirman, respecto de la propia arqueología de Osuna. En ella, desde las excavaciones francesas de 1903 y de Ramón Corzo de 1973 en el garrotal de Postigo, se conocen –al menos– dos tumbas excavadas en la roca con semejantes particularidades a las de las recientemente exhumadas en las inmediaciones de los depósitos municipales de agua. Tumbas asociadas a otras dos sepulturas individuales cortadas también en la roca y donde se recuperaron ajuares de marfil, alabastrones y elementos figurativos de bronce. Estaríamos pues ante similares necrópolis, si no se trata incluso de un mismo ámbito funerario, lo que corroboraría la existencia en la propia Osuna, desde más de un siglo antes, de un espacio mortuorio idéntico al ahora descubierto y que, por ello, no se trataría en absoluto de un hallazgo inédito.


2. NO ES UNA NECRÓPOLIS FENICIO-PÚNICA ÚNICA EN EL MEDITERRÁNEO

(https://www.elconfidencial.com/cultura/2022-04-25/descubren-en-osuna-sevilla-una-necropolis_3413993

 (https://elespanol.com/el-cultural/historia/arqueologia/20220425/hallan-necropolis-fnicio-punica-sevilla-unica-mediterraneo/667683534_0.html)

3. Reparto de algunas de las estructuras escalonadas hipogeas como la de Osuna en el mundo fenicio-púnico del Mediterráneo Occidental (estrellas verdes). De arriba abajo y de izquierda a derecha: Osuna, Tarifa, Tharros y el Sahel tunecino.


        Nuestra negación debe aceptarse puesto que sí hay precedentes en la propia Osuna. Pero la nueva necrópolis menos podría atribuirse el mérito de ser un hallazgo único en el Mediterráneo, porque estructuras semejantes también se conocen en otros ambientes quizás púnicos del sur de la Península, concretamente en la isla tarifeña de Las Palomas. Como, igualmente, en contextos incluso fenicios, parcialmente semejantes, como ocurriría en la necrópolis Laurita de Almuñécar. Sin considerar otros paralelos que se podrían encontrar en el ámbito fenicio -púnico del resto del Mediterráneo, como en la isla de Cerdeña o en los territorios norteafricanos del Sahel tunecino.
La catalogación de fenicio o de púnico, atiende básicamente a cuestiones de adscripción cronológica; básicamente anteriores o posteriores al siglo V a.C., diferenciando entre un periodo previo, donde las directrices de los fenómenos de colonización y aculturación respondían al empuje de las actividades ultramarinas de los fenicios de la costa  sirio-palestina; frente a un momento posterior, cuando la colonia fenicia de Cartago, en el centro del Mediterráneo, suplanta aquella primera hegemonía de la madre patria oriental. Indudablemente, los contextos materiales de cada momento varían en uno y otro caso, por lo que serían determinantes para la valoración temporal de los hallazgos que se acaben produciendo. Aunque, en el caso de Osuna, la muy probable destrucción antigua de los contenidos de las tumbas halladas dificultan enormemente una más adecuada apreciación histórico-cultural de las mismas.


3. NO ES UN SORPRENDENTE DESCUBRIMIENTO FENICIO-PÚNICO

4. Cerámicas de raigambre fenicia y orientalizante de Osuna. Los fragmentos numerados arriba proceden de la misma localización de la recién descubierta necrópolis. Abajo, materiales del cerro de la Quinta.

        Tampoco deberíamos estar muy de acuerdo en que se trate de un hallazgo tan sorprendente, y no solo porque ya se hayan apuntado precedentes arquitectónicos de tipo similar y carácter funerario en el mismo yacimiento. En efecto, antes de que el sitio empezara a arrojar los descubrimientos que tanta expectación vienen ahora despertando, también se conocían en este mismo lugar materiales arqueológicos de raigambre orientalizante, por lo que las actuales novedades lo único que hacen es corroborar la existencia, en idéntica localización, de contenidos y estructuras arquitectónicas más o menos contemporáneos de los que ya se habían comprobado y dados a conocer. Quizás lo único sorprendente es que se haya corroborado un espacio mortuorio, cuando hasta ahora solo se valoraba como factible la extensión por la zona de dependencias de la nova urbs, propias de la colonia romana de Osuna. Colonia que pudo haberse asentado sobre la antigua población (vetus urbs) sin solución de continuidad, explicando vestigios materiales mucho más antiguos, pero sin que cupiera esperarse entonces cementerio alguno subyacente.

Pero hay otra posibilidad que ya no puede descartarse. Que, ciertamente, la nova urbs colonial ocupase espacios vírgenes para el nuevo hábitat o para las áreas públicas de uso común que exigía la nueva administración municipal romana. En este caso, sí pudieron ocuparse antiguos reductos necropolares que nunca se habían empleado hasta entonces para otros menesteres menos lúgubres. De hecho, este destino fúnebre podría haber encajado con la extensión hacia el sur y este de la superficie de enterramiento prerromana, como corroboraría hasta el siglo IV a.C. la presencia de alguna tumba de ese momento, detectada muy cerca del camino de las Cuevas que arranca desde el de la Farfana, a mediodía del sitio de los depósitos y de la que publicamos hace algunos años una característica pinza metálica calada de raigambre ibérica. En este caso, la distribución de todos estos ámbitos funerarios también harían desaparecer ese carácter sorpresivo que ha podido  adjudicársele a los nuevos descubrimientos.


4. NO SE CONSTRUYÓ HACE 2000 AÑOS

(https://oncenoticias.digital/ciencia/arqueologos-descubren-necropolis-en-espana-construida-hace-2-mil-anos/)

El mismo medio, donde se indica la construcción de lo descubierto hace dos mil años, incurre en la tremenda contradicción de datar también los mismos hallazgos en el siglo V-VI a.C., sin percatarse de que luego acabaría trasladando a la cabecera de su noticia aquella fecha bi-milenaria posterior. Todo, sin caer tampoco en la cuenta de que, con dos mil años de antigüedad, tan llamativos hallazgos no pudieron construirse en el mismo momento en que el periodista señala además cómo dichas construcciones se amortizaron (dejaron de usarse), ya en época romana. Es evidente que la excavación, como ocurre en otras muchas, va proporcionando diferentes fechas para los distintos momentos del proceso de construcción, uso, desarrollo y abandono de lo exhumado y que, al amparo de la noticia, ciertos periodistas recogen información tan diversa de los responsables de la excavación para luego, sin criterio ni reflexión, acabar trasladándola de cualquier manera a los titulares de sus publicaciones.


5. NO RESPONDE A UNA CIUDAD CONSTRUIDA 1.100 AÑOS ANTES DE CRISTO

                        (https://www.facebook.com/100604878434621/posts/507255271102911/)

Con esta otra afirmación se asocia la necrópolis revelada con las fechas más antiguas de la presencia fenicia en la Península, indicando además que lo descubierto, al margen de la necrópolis, es la ciudad correspondiente a ese cementerio en ese concreto momento tan antiguo. Indudablemente no puede negarse que, para tener un lugar de enterramiento de la categoría que cabe deducir de las construcciones exhumadas, tuvo que haber una ciudad de importancia, parangonable con su peculiar espacio funerario; aunque tampoco nada indique –por el contrario– que fuese ninguna nueva ciudad desconocida, ni la más antigua que pudo existir en Osuna.

Además, resulta del todo evidente que la investigación actual no ha descubierto esa posible ciudad, directa ni indirectamente, sencillamente porque solo se ha excavado una necrópolis. Cementerio cuya situación tuvo que estar claramente disociada, en lo  espacial, de las áreas de habitación correspondientes de ese momento tan antiguo. De hecho, esos núcleos habitados que no se han excavado ahora sabemos que debieron de localizarse más al suroeste (Paredones) y al sureste (Cerro de la Quinta), como ya eran conocidos previamente, mucho antes que la intervención arqueológica se produjese en la primavera de 2022.

Pero, ni siquiera la nueva necrópolis, aunque fuese exactamente del 1.100 a.C., demostraría que su antiguo núcleo de población se originara entonces. Los datos disponibles van mucho más atrás, habiendo aportado pruebas de que  probablemente el asentamiento más antiguo de la pretérita Osuna, no coincidiría fundacionalmente con ningún momento fenicio, equivalente a esa fecha de finales del siglo XII a.C., sino que seguramente se correspondiese con una etapa bastante más antigua, plenamente prehistórica, que tendríamos que remontar sin forzamiento alguno hasta el tercer milenio a.C.

 

6. TAMPOCO ES PROBABLE QUE SEA UNA NECRÓPOLIS PÚNICA

(https://facebook.com/735356755/posts/10161433977276756/)

5. Pinzas caladas metálicas. Antiguo hallazgo funerario de las Alcaidías (nº 3), al sur de la necrópolis rupestre actual, comparada con otras ibéricas de distintas procedencias.

    En último término, ¿debe aceptarse que estemos ante una necrópolis púnica? La respuesta no es sencilla, porque lo que parece más evidente es que, en lo formal, algunas de las estructuras funerarias que se han exhumado podrían paralelizarse con ciertas tumbas del ámbito geográfico específicamente púnico de la costa atlántica peninsular (Tarifa) o mediterránea occidental (Tharros), entre otras. Pero una cosa deberían ser las similitudes tipológicas y otra las asimilaciones identitarias. Porque  no podemos estar seguros de hasta qué punto lo púnico (cartaginés) significó algo respecto de la masa social mayoritaria que habitaríaa las campiñas sevillanas a mediados del primer milenio a.C. Tampoco, si hubo un importante volumen de púnicos que nos permitiera hablar de sociedades cartaginesas en el interior de aquella Andalucía y si pudiera hablarse realmente de una población púnica estable y de importancia en el valle del Guadalquivir, que generara sus propias necrópolis.

Este tipo de asociaciones culturales en el territorio que tratamos derivan de dos presupuestos fundamentales. Uno atendería a la hipótesis de la existencia de una colonización semita de tipo agrícola en el interior de Andalucía, debida al profesor Carlos González Wagner, en la que de la ocupación del espacio por esas poblaciones foráneas se pudo pasar directamente a la concreción de hábitats fenicio-púnicos y necrópolis afines. El segundo, deriva del planteamiento del profesor José Remesal Rodríguez, quien siempre ha defendido la ausencia cultural de espacios de enterramiento entre las poblaciones autóctonas bajo-andaluzas desde el final de la prehistoria. Bajo este segundo desiderátum, se genera un claro prejuicio: cualquier necrópolis que evidencie la arqueología, como no podría ser indígena, tendría que ser necesariamente de poblaciones exógenas y desde el siglo V a.C., en adelante, púnicas necesariamente. Es decir, que aunque en la Baja Andalucía existieran importantes agrupaciones poblacionales de turdetanos, herederos vitales de los tartesios, nunca tendrían lugares específicos de enterramiento y, si se encontrara alguno, siempre tendría esa naturaleza púnica.

La tesis de González Wagner ha quedado hoy reducida a un territorio más limitado en la periferia meridional peninsular, donde la arqueología parece confirmar una relación entre el mundo autóctono y el semita más íntimo y cargado de conflitividad, pero donde pudo haber una suficiente colonización agraria como él defendía. Coincidiría con el área de extensión de la lengua  neo-púnica, que conocemos en la zona por las distintas cecas monetales con leyendas en esa escritura. Por su parte, la tesis de Remesal nos resulta más difícil de sostener: por un lado, ya son muchas las necrópolis tartésicas que en el tránsito del fin de la prehistoria al desarrollo de la Primera Edad del Hierro han sido descubiertas, desdibujando esa ausencia de cementerios que él señalaba desde el Bronce Final y en su momento más inmediato, así como extendida a tiempos turdetanos. Por otro lado, debe considerarse que las ausencias de necrópolis, más que un carácter cultural de las poblaciones bajo-andaluzas en estas épocas, podrían responder mejor a un vacío de la investigación por diversos motivos. Entre otros, por la importante destrucción de las mismas, por culpa de la profunda incidencia que en ello ha tenido la expansión de la agricultura intensiva durante el último siglo en buena parte de estas comarcas geográficas.

El hallazgo en Osuna de las pinzas caladas que recogemos en la ilustración anterior, muy emparentada con el mundo ibérico, pero procedente de un claro contexto funerario sería la mejor prueba de que realmente existieron enterramientos turdetanos. En este caso, correspondiente a una tumba probablemente del siglo IV a.C., pero que no hace sino materializar que desde un siglo antes los espacios fúnebres propios de la Turdetania fueron una realidad. Si, finalmente, la datación cronológica de la nueva necrópolis excavada en la roca se afianzara en la quinta centuria, nada impediría adjudicársela también a los deudos de los difuntos turdetanos.

Que las formas arquitectónicas remitan al horizonte púnico o incluso al previo fenicio, tendría una sencilla explicación para su presencia en Osuna. Simplemente expresarían un deseo de imitación de modelos paradigmáticos de la rica civilización semita que, desde época tartésica, habían funcionado como referentes de legitimación de las propias élites locales. Pero que debieron mantenerse también en tiempos turdetanos, precisamente donde la influencia fenicio-púnica, por las relaciones comerciales y por el contacto intercultural, había funcionado muy profundamente. Por supuesto, también allí donde la riqueza de sus usuarios pudieron permitírselo.

Granada, 2 de mayo de 2022